El
encantador hombre volvió a encontrarse con su primera y única
amante.
Ella,
muy emocionada y actuando con frenesí, decidió pedirle el tan anhelado
perdón, ( que buscase por infinito tiempo), mirandole fijamente; pero su
mirada no hizo mella, y fué como una atónita actitud de padre, pues las
niñas de los ojos del sufrido hombre eran ahora unas espectaculares
mujeres con gran madurez.