Todos en el palacio del
Califa, estaban confiados en que la princesa cuidada por el eunuco estaba
en buenas manos.
Porque,¿Quien iba a desconfiar de un
esclavo castrado desde su nacimiento?
En lo que nadie en palacio cayó en
cuenta, fué que Alá el poderoso, había dotado al desgraciado
eunuco con la lengua más libidinosa, grande y provocadora de toda
humanidad.