Adriana, te perdí hace
muchos años, aún lo recuerdo vehemente, pausadamente.
Se que en éste momento transitas las
calurosas tierras del Africa montada en tu jirafa rosada, yo lo se.
Supe que me abandonarías en el preciso
momento en que comenzaste a hablar de hipopótamos verdes y de jirafas
rosadas y de que pronto vendrian a buscarte y te raptarían enredántote
en su cuello, (las muy malditas, las muy rosadas). En este preciso momento
estoy desolado, regresa Adriana, ven velozmente jirafeando porque de lo
contrario tendré que transformarme en un elefante amarillo y empezarás a
pensar que pronto iré a buscarte y raptarte enredada entre mi trompa; yo
el muy maldito, el muy amarillo.