C a p í t u l o X I V

Tauin ( 64 )

KIR Fénix

Manú <144@arrakis.es>

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Ostensiblemente nerviosa, Nut miró su reloj negro de estrellitas de diamante que llevaba colgado al cuello, y dijo, lo siento, chicos, pero he de acudir a una cita con Seth el Malvado y otra gente, y agarrando su bolsito se bajó del taburete y con paso decidido se dirigió hacia la calle, y ya era la hora exacta del medio día. ¿qué pasa con la gente? preguntó; y es que no había ni un alma en todo el centro comercial de la capital de Atlantis, (que también se llama Atlantis, qué coincidencia); así que se detuvo; sacó un cigarrillo y un encender de su bolsito, y cuando levantó la vista la calle estaba llena de gente a rebosar; mejor no tanto, se dijo cerrando los ojos y abriéndolos inmediatamente; y ya no había más que cuatro personas : dos chicas mirando un escaparate, (Hathor e Isis), un vendedor en un kiosko de periódicos que no era otro sino Goreg, y un comprador de "Noticias Pero Ya" que era Seth.

Lo del vestuario lo dejamos a la inventiva del diseñador de vestuario, si es que lo hay, y si no a lo que cada uno coja del guardarropa. Hathor prefiere el color rojo, e Isis... lleva casi siempre tules semitransparentes de algún color oscuro tirando a azul o a plateado. Hay que tener muy en cuenta que el film o película se desarrolla más o menos en La Atlántida, a miles de años en el futuro, y que La Atlántida es una civilización hipnótica, o sea, ya en pleno Neoplástico, donde las formas se transmutan unas en otras por medio de computadoras integradas y todo eso, y que las personas de entonces son, como su propio nombre indica, auténticas "personas de funciones", o sea, que lo de menos es su apariencia, su "persona", su "máscara resonante", y lo que sí es importante es su función, que se intuye por sus actos y palabras. Y como lo de la apariencia es lo de menos, es lo que más hay que cuidar, para que no se parezcan a nada de nada de lo antiguo, pero imitándolo en algún que otro detalle sacado de contexto. (Todos estos son consejos de Goreg).

Ju ju ju, rió Seth, ahora soy yo otra vez quien manda, dijo repasando con la vista el titular de cabecera del periódico : "ATENCIÓN Y MUCHO OJO, QUE SETH HA DADO OTRO GOLPE DE ESTADO DE LOS SUYOS, Y AHORA ES EL QUE MANDA". Luego venía la noticia explicada con todo lujo de detalles a tres columnas. Oiga, dice el vendedor, (Goreg), su cara como que me suena, ¿no será usted por la gran casualidad el nuevo tirano?. Para servirle, dice Seth con amabilidad un poco forzada, ¿cuánto le debo? Así al pronto, dice Goreg, no me acuerdo bien de lo que solían valer los periódicos, pero deme usted lo que usted quiera. O sea que le pasó la pelota al enemigo. ¿Está bien un talego? pregunta Seth, que tampoco tenía ni idea de lo que podría ser un talego en moneda de curso legal, ya que en La Atlántida no se usa el dinero. Vale, sí, venga, con eso me conformo, dice Goreg. Seth se rebuscó por los bolsillos, y nada de nada; no tenía ni cinco céntimos; maldijo de todo corazón al encargado de la ropa, y al director de escena, y al regidor o como se llame, por dejarlo en un tan gran ridículo como es obligarle a comprar algo y no darle con qué pagarlo.

Por favor, señorita, dice Seth a Nut que pasaba por allí, ¿no podría usted prestarme un taleguillo?. Nut rebuscó en su bolsito, y tampoco tenía nada; pero, para eso está el ingenio, ¡Hola, chicas!, saludo a las dos que estaban mirando el escaparate, ¿no podríais prestarle a éste un taleguillo? Las dos diosas se acercaron haciendo mudos gestos de que ellas no tenían ni en donde caerse muertas; lo sentimos, dijeron al unísono, ¿y para qué quieres tú un talego en estos tiempos?, dice Hathor a Seth como muy extrañada. Para pagar este periódico donde pone que yo soy ahora el amo del Universo. Pues ya te puedes ir preparando para costear de tu bolsillo al estado imperial, que es una hartada de caro según tengo entendido, dice Isis. (¡Que bochorno más así como espantoso! se dice Seth para sus adentros). Bueno, tío, dice a Goreg en su papel de quiosquero, te invito a un néctar (que es gratis) en este bar, y a vosotras también, preciosas, que hoy me siento generoso. Y dicho y hecho, los cinco se plantaron en cinco taburetes alrededor de un mostrador redondo y pequeño que venía que ni pintado para la ocasión. Un camarero electrónico surgió del suelo de dentro con una impoluta chaqueta blanca y una corbata de palomita negra. ¿Qué va a ser? preguntó. Yo a estas horas, dice Nut, suelo tomarme un néctar; ea, pues eso, un néctar mismo. Y nosotras igual, dicen a la vez las dos diosas que habían estando mirando el escaparate. Y como en La Atlántida no hay más bebida que néctar, ni más comida que ambrosía, los dos dioses restantes tuvieron que pedir dos copitas de néctar con sendas tapitas de ambrosía para ir picando algo.

Bueno bueno bueno, dijo Seth, ¿conque el negocio del periodismo te va bien, eh chico, como te llamas? Goreg, para servir a usted y a usted y a usted y a usted, dice dirigiéndose a todos y a cada uno. Llámame Haty, con la hache un poco expirada, dice Hathor dándole confianza, y hablémonos todos de tú, que un encuentro así hay que celebrarlo; y se dio un copazo de néctar que hasta a los tobillos le llegó. El camarero electrostático (que se había sumergido en el suelo después de servir la primera ronda) resurgió con su botella y le sirvió otra; luego volvió a introducirse en el pavimento. La cuestión, dice Seth ya sin más rodeos, es que el sujeto cognoscente o cognoscitivo no puede conocer al Universo más de lo que se conozca a sí mismo; y que como este tal autoconocimiento es corto y vago y confuso y limitado, sus expectativas de conocer al Universo son asimismo cortas, limitadas, vagas y profusas, debido a la razón de pertenencia, como ya habréis comprendido. A mi me parece que yo sé por qué las cosas son así, dice Hathor, y es por la razón instrumental que se dice; me explico : el cuerpo es un instrumento de la mente, ¿no es eso? que la consciencia mental utiliza para vivir y conocer. Por lo menos es lo que a mí me enseñaron cuando chica; pero el cuerpo es un instrumento tan complicado y tan delicado, que casi se lleva toda la atención completa de la mente y de la consciencia. Por la que ya no queda atención para dedicarla al estudio del Universo y del psiquismo del propio sujeto.

Eso pasa, dice Nut, yo a ti te conozco, tú eres Isis, - Sí que sí, dice Isis asintiendo y sonriendo -, y tú eres el pintor, dice dirigiéndose a Goreg que estaba diciendo sí con la cabeza, eso pasa cuanto la cantidad de atención de una determinada clase de sujetos no ha sido lo suficientemente desarrollada ni ha aprendido a autodirigirse a los puntos claves de la Realidad; pero si uno se espiritualiza lo suficiente para asumir el papel de principio activo y no de carga inercial, el problema queda soslayado, y la mente puede mirar sin coacciones hacia donde mejor le parezca sin depender de la gravitatoria corporal. Yo añadiría, dice Goreg, que la autonomía del área asociativo del cerebro debe mantenerse a salvo de las insidias de la zona cocodriliana que está más cerca del cogote. Ciertamente, dice Isis dándole una calada a su cigarrillo y expeliendo un humo celeste y nacarado, las apariencias físicas de los sujetos camuflan a la realidad funcional de sus cerebros, y esto hace que la existencia de tales sujetos sea totalmente paranoica y animalizada.

¡No es para tanto! dice Seth, un poco de actividad en el área cocodriliano del cerebro es bueno para la salud. Pero sólo incipientemente, objeta Isis, sin pasarse ni agotarse en ello mismo, sin retrogradarse a una animalidad exacerbada, porque entonces se pierde toda posibilidad de trascendencia, que es la finalidad del Proyecto Atlante. Uy qué bien informada que estás, dice Hathor, ¿has asistido a algún curso de neurosiquiatría? No me pierdo ni uno, dice la diosa de La Nada, ¿y tú? Yo soy una profesora, dice Hathor, lo que te fijarás tú en el profesorado que da las clases. La sensorialidad sirvió en un principio para poner en marcha la mente del sujeto, eso es cierto, con lo que hasta ahí el tío este lleva razón, dice señalando a Seth, pero, como con todo motor de arranque, su función es inicial, y debe ir cediendo poco a poco el paso a la función autónoma del área asociativo del cerebro, esto es, a la inteligencia; si no, sólo tendremos adultos animalizados, en fase de regresión hacia los priorismos del cerebro cocodriliano, o sea, un sujeto fallido que se dice, y que por tanto ha de ceder su oportunidad a su futura generación de robots biológicos, a ver si ésos tienen un poco de más suerte.

Te comprendo, dice Nut, pero a éste, dice señalando a Seth, parece que no le está gustando mucho tu discurso. ¡Porque eso es exigirnos demasiado!, grita Seth fuera de sí, ¿¡ No podéis dejarnos en paz y como estamos !? No podemos, dice Isis expeliendo otra bocanada de humo celeste y nacarado, la evolución nos obliga a todos a seguir para adelante según El Proyecto, que no es otro que la transformación de la materia cerebral en estructuración consciente.

No, si yo me lo estaba ya temiendo, dice Seth, esto del golpe de estado me va a dejar más en ridículo que antes, porque vosotros seguís con vuestra tozudez de hacernos evolucionar a toda costa, a cualquier precio, y caiga quien caiga, ¡ No tenéis ni corazón !, con lo bonito que es estarse todo el Tiempo arrascándose la panza, disfrutando de la vida y del dulce no hacer nada, pobres y miserables, cuajados de piojos, entrampados hasta los ojos y con la mente qual in tábula rasa. ¡ Eso sí que es Felicidad !

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M a n ú
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