Capítulo VII

Tauin ( 31 )

KIR Fénix

Manú <144@arrakis.es>

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Entre la multitud de objetos decorativos de poco precio que adornaban el salón no podía destacar en modo alguno la fila de muñecos que había en la repisa de la chimenea, a uno y otro lado de la cajita de música, entre los que se hallaban un tamborilero y un papá noel con una campanilla en su mano derecha. Luego sí, luego se notaron mucho cuando el tamborilero se puso a tocar su tambor que sonaba como una matraca y el papá noel se puso a agitar su campanilla, a la vez que la música de la cajita bajaba de volumen hasta quedarse en un leve sonido musical de fondo, más imaginario que auditivo.

Damas y caballeros, pidió atención Menes en su papel de anfitrión, un pequeño refrigerio o tentempié o merendola o como cada cual guste de llamarle vendría muy a propósito para reponer fuerzas; ...sííííííííí... gritó y palmoteó la animada concurrencia, y se sentaron cada cual en donde pudo. Anda, Bes, plis, haz de Ganímedes, pidió Menes al enanito; ¡como las balas, jefe! fue la respuesta, y todas las manos se llenaron como por ensalmo con una copa de néctar o con un bocata, una por cada; qué rico..., ñan ñan, dice Bast, la del gatito, comiendo su emparedado con delicada fruinción; no es para tanto, le susurró Hathor al oído, se nota que estamos en años de vacas flacas; ¿tú crees? respondió Bast en el mismo todo; (Menes está ahorrando al máximo para dedicar todos sus recursos a la construcción de La Ciudad); ...ah... fue la respuesta, y para qué?

Makrou, pidió Menes, haznos algunos juegos de manos; enseguida, dijo éste, y empezaron a verse en el espacio perspectivas y más perspectivas de una gran ciudad incomparable, -pirámides y esfinges, grandes templos que parecían ser lujosísimos establecimientos bancarios, tumbas arquitectónicas de tamaños colosales, palacios y jardines, parques, plazas rodeadas de altas columnas y de estatuas zoomórficas, fuentes inmensas e inimaginables, edificios de todo género y finalidad construidos en blanco mármol plástico, oro y cristal, etecé, etecé, etecé-, una maravilla del futuro que necesitaría lo menos para plasmarse cincomil millones de años, tirando corto.

...Oh... dijo Shesmu por todo comentario. El néctar estaba riquísimo, -cosecha del 14999, la mejor en muchos siglos-. Goreg fumaba. ¿Tan malo es soñar?, preguntó Bast a la concurrencia. En absoluto, dice Menes; sin sueños no hay realidad. Incluso fisiológicamente hablando, aseveró Bes, que quizás fuera el menos indicado para decirlo, la ensoñación nos extraproyecta; debe tratarse de algo así como una emisión etérica modulada, -que diseña al campo mórfico a la vez que lo reconoce, (ya se sabe, como recordar lo olvidado, dándole así una nueva capa de pintura, ¿no, Goreg?; Sí)-, y de este modo reconstruimos una realidad que nos precede en tiempo inverso, (me parece que le llaman), por lo que las cosas llegan a existir realmente. Desde luego, confirma Menes, las plasmaciones proceden del mundo onírico, que a su vez procede del llamado mundo arquetípico, que es donde nosotros estamos, no sé si me explico. Sí te explicas, perfectamente, dice Shesmu aparentemente medio borracho, pero en realidad en profundo éxtasis. Anda éste, ¿a que se nos duerme?, dice Bast.

Makrou hizo un nuevo juego de manos y la ciudad inmensa se redujo al tamaño de una maqueta dentro de una campana de cristal encima de una mesa. ¿Y qué pasa con la densidad?, pregunta Bes, ¿también se encoge? También, responde Menes seriamente; la densidad es una inercia acelerada que trasvasa al Otro Lado la masa de burbujitas: Esta maqueta se corresponde en su antiuniverso con la ciudad que representa: La densidad de masa ha sido trasvasada. Hum, qué curioso, dice Hathor, ahora me explico ciertas cosas. ¿Como cuáles? pide explicar Goreg. Como que las dádivas desmesuradas se corresponden con las rosoñerías desmesuradas -(en valores negativos, se comprende)-. Es lógico: la mente tiene las dos posibilidades -a un lado u otro de la zona de inversión-, pero no puede ocupar las dos a un mismo tiempo-; moralmente, nos hallamos ante uno u otro caso de respuesta al entorno; la dádiva desmesurada está en paralelo con el ensueño desmesurado, y la roñosería lo está con respecto al ensueño alicorto, -respectivamente enfrentadas a sus entornos, onírico en el primer caso, y sensorial en el segundo-; está bastante claro, me parece.

El tamborilero de la repisa de la chimenea volvió a tamborilear, y el papá noel volvió a agitar su campanilla.

M a n ú
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