Capítulo VII

Tauin ( 30 )

KIR Fénix

Manú <144@arrakis.es>

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Disimuladamente, Hathor miró de reojo a Goreg y éste se levantó. Tengp que ir de prisionero a otro sitio, me lo temo. En efecto, asintió Hathor hacia los otros con la cabeza, en marcha, -y sacando una pistolita de plástico le apuntó a las insignias reglamentarias de capitán de nave estelar-. ¡No dispares, colaboraré!

Y con las manos en alto se dirigió hacia la gran puerta del salón; podía haber elegido alguna otra de las cuatro o cinco puertas pequeñas que también había, pero la grande era más vistosa y hacía la salida de escena más espectacular. Hathor le seguía con su pistolita en ristre, muy lentamente, a igual velocidad que el otro, para no tropezárselo ni quedarse rezagada. Las dos hojas de la gran puerta se abrieron solas, hacia adentro como es natural, con la suficiente antelación necesaria para no darle en los morros a Goreg ni demasiado pronto para no hacer el ridículo en la lejania, -todo muy medido y cronometrado-.

Salieron a la galería de los espejos, era de noche, las grandes puertas de antes se cerraron a sus espaldas, y una musiquilla como de cajita de música se oía al final de la galería como con retintín: era la Fiesta, una fiesta como otras tantas de las que se celebran en cualquier parte por nada y menos, ¿un aniversario?, ¿un cumpleaño feliz que lo pases muy bien?, ¿una celebración por el éxito en el examen fin de carrera?, ¿una despedida de soltero?, ¿una conmemoración del día de la independencia?, ¿un carnaval?, ¿un comemos nosotros solos?, ¿un paté con pastas y ciruelas?, ¿un compromiso matrimonial?, ¿una ligera indisposición de animo?, ¿un nibelungo?, ¿una walkyria resucitada?, da igual, lo importante es que es una fiesta y que hay más gente, -Bes el enanito, Bast, la diosa Gato, Makrou, el barítono del ascensor que también había conseguido escaparse, Shesmu, el propietario de las bodegas del néctar, y Menes, que era el anfitrión.

Menes es un personaje muy extraño, pero también es muy armonioso, se nota que es rico de los de siempre, y los demás también son buena gente pero cada cual a su estilo; el prisionero y la carcelera doblaron una esquina a la derecha, primero aquél y después ésta, siguieron por un dédalo de galerías y pasillos, bajaron y subieron escaleras, e hicieron todo lo propio que se hace en estos casos para pasar de un castillo medieval a una mansión ultramoderna sin salir de casa. Al final llegaron. Todo eran confetis y serpentinas, matasuegras, tules y bailes de cualquiera sabe qué épocas, pero todo muy al ritmo cantarino de la cajita de música. ¿Bajo los brazos? ¿Y por qué no?, sólo era en broma. Pues entonces bailemos, dijo Goreg, y la enlazó por la cintura y evolucionaron hasta el centro del salón; los demás ni les saludaron, de lo extasiados que estaban en sus respectivas inocentes diversiones.

Makrou ponía la voz y la letra a la musiquilla; Bes saltaba a la comba; Menes iba de un lado para otro cerciorándose de que todos estuvieran a gusto; Bast bailaba con un gatito siamés entre sus brazos; y Shesmu hacía de camarero. Todo perfecto. La cajita de música iba a pilas y no había que darle cuerda cada medio minuto. Ventiladores ocultos agitaban el confeti, los matasuegras y las serpentinas. Y etcétera etcétera. A veces los bailarines parecían piezas de un ballet mecánico, -casi siempre-, pero a veces parecían cobra vidas autónomas e independientes, como al azar, aunque con ciertas periodicidades incógnitas e inexplicables. (Se trata de una ecuación, le dice Hathor a Goreg acercándo sus labios a la oreja del ex-capitán). (¡No me digas, de una ecuación?) (Digo, como lo oyes: una ecuación de física matemática). (¿No será al revés, de matemática física). (Puede ser; yo en esto no estoy muy puesta, -lo mío es Amar-). (Ya me he dado cuenta. ¿Y eso cómo se hace?) (Pues haciéndolo; el amor está todo en quien ama; el objeto amado es sólo un pretexto). (Ah...) (Y se pasa la mar de bien). (No puedo ni creerlo). (Pues créelo, mira, te lo explico: Tú vas, y como quien no quiere la cosa, te enamoras -de nadie en particular y tampoco de nada en concreto, sino porque te da la gana- por ejemplo de la ciencia o la filosofía o de esas cosas). (No entiendo, no entiendo nada). (Porque ya son sólo palabras obsoletas, pero imagínate cosas nuevas). (¿Como qué?) (Coomo una ecuación por ejemplo, como lo que significa este sonido de esa cajita de música, ¿sabes lo que significa?) (Yo no). (Pues yo tampoco, pero se comprende que algo hay de misterioso en todo esto; ahí está el encanto; no racionalices y déjate llevar por la música). (Pero eso es una irracionalidad). (¡Naturalmente, que va a ser si no?, una irracionalidad; fíjate en tí). (¿En mí?) (En tí: Qué función estás ahora realizando?) (Cual va a ser, -la uazetiana-). (¿La qué?) (La función integradora con la gran armonía). (Pues eso es lo que te digo: La función esa se trata de una suprarracionalidad, -de una especie de instinto; no me gusta esa palabra, pero perdona, porque no se me ocurre otra mejor-; un instinto que nos guía a través de la transtemporalidad y a través de la espaciofluencia). (¿Hacia dónde nos guía?) (Hacia dentro de nosotros mismos). (¡Ah, ya, qué bien!)

M a n ú
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