Capítulo IV

Tauin ( 15 )

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Pero no cenaron, -hicieron el paripé como si cenaran, pero no vamos aquí a entretenernos diciendo qué pidió cada cual y cómo se metía la comida en la boca-, así que a los postres, o mejor dicho, después del postre... La noche se extendía como un negro manto sobre la llanura infinita siberiana, una pálida luna... bah, vamos a dejarnos de paisajes; lo que importa es eso que dicen de que el conocimiento real no existe, sino que a lo sumo es un poco escrupuloso consenso intersubjetivo, -pensó y recordó el redactor del acta metahistórico-.

Para distraerse un poco y entretener la sobremesa Santa Claus hizo algunos juegos de manos, -(¿con qué los haría? ¿Con naipes? No consta)-, a los que Blancanieve correspondió palmoteando inocentemente y dando grititos; pero el Lobo Feroz no veía tales juegos con buenos ojos; por costumbre y comodidad, la diosa Gato -Bast- se había transfigurado en una gata persa grandullona y peluda de color negro azabache, y se tendió encima del manto de armiño de Blancanieve; ¿Puedes hablar o intercomunicarte? le pregunta el Príncipe Azul; Puedo hablar perfectamente, dijo con voz de gato, y además lo entiendo todo.

Los gatos poseen un oído excelente, aseguró el Lobo Feroz (o sea, Sebek); se debe a la capacidad de dirigir los embudones de sus orejas convenientemente en la dirección del foco sonoro; el sonido se transmite a la ventana oval, y por la cadena de huecesillos -nosecuál, martillo, lenticular y estribo- llega a la otra ventana -la redonda- o al tímpano me parece, total que el bicho oye. ¿Y cómo se produce el hecho psíquico de la sensación auditiva?, pregunta Santa Claus; Es un misterio, reconoce el Lobo Feroz; ¿Cómo que es un misterio?, chilla el gato: En esta película se ha dicho ya en alguna parte que la intersección del universo físico con el universo psíquico produce un burbujeo en el centro del doble embudo de la Cónica, y que ese burbujeo es en cada caso la consciencia personal del sujeto; miren las actas, señores, por favor, que no estamos aquí para perder el tiempo; Gatita, tranquilita, tranquilita, le dice Blancanieve a la vez que la acaricia con su nívea mano; ¡....miauuuuu....! dice Bast agradecida; Lo Inefable se hace sonoro pues -sigue la gata- integrándose en la consciencia como otro tren de burbujas; -y hablando de trenes, ¿quién tiene los billetes?-

Yo los tengo, dice Santa Claus hurgándose en los bolsillos de sus chaquetón rojo, por algún sitio debo tenerlos; ...Santa Claus es el de los regalos, dice la inocente Blancanieve, verás qué bonitos; Al fin y al cabo ya sabemos que la consciencia es un dinamismo múltiple íntegrado que aumenta o disminuye por percepción u olvido, miau, no una constante invariable como una piedra, como un objeto quiero decir, somos consciencias en la misma forma y medida en que estamos viviendo en proceso continuo; Eso es verdad, dice el Lobo Feroz, la consciencia es un conjunto psíquico variable de adquisiciones y pérdidas; Eso, dice el gato, un conjunto variable pero permanente, un torbellino de burbujas, que permanece en sí mismo aunque sus burbujas vayan cambiando; ¿Y a todo esto, de dónde decías que vienen las burbujas? pregunta ingenua Blancanieve; Las burbujas no vienen de ninguna parte, dice la diosa Gato, SU FORMAN en el centro de la Cónica al entrechocar el doble flujo procendente de los universos físico y psicológico; ese doble fluir es espontáneo e inexorable, como la salida de aire y la entrada de agua en una botella sumergida; pues la naturaleza del fluido psicológico es opuesta -o al menos, diferente- a la naturaleza del fluido físico llegado en forma de impulsos objetivo; ¿Y cuando la botella termine por llenarse?, pregunta Blancanieve a la que eso de jugar con botellines le hacia gracia; La botella es infinita, dice Bast, (la gata), pues es las dos versiones del Infinito, la positiva y la negativa, o sea, la Cónica.

Pues sí que tenemos para rato, dice Blancanieve, aaaahhh tengo como sueño.

M a n ú
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