Capítulo IV

Tauin ( 12 )

KIR Fénix

Manú <144@arrakis.es>

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¡¡¡ TODOS A SUS PUESTOS !!! ¡¡¡ ESCENA DIECICUATRO, PRIMERA TOMA !!! ¡¡¡ ACCIÓN !!!, gritó dulcemente la voz del que hablaba por el megáfono.

Oye, yo de este sillón no me muevo, dijo Nut, por mí puede ser la escena 17 ó la doscienta; pero hija, dice Hathor a varios metros al otro lado de la mesa, el castillo es de alquiler y ya nos están penalizando por demorarlo en desalojarlo; sé razoble y déjate espaciofluir. ¿Espacioqué? preguntó la diosa de las nubes y las tormentas; espaciofluyente, mujer, explica Bast, que va de transtemporal; la espaciofluencia, ya tú sabes, el inexorable desplazamiento del espacio a lo largo del tiempo, -como si tú no lo supieras, vamos-; ¿y eso es lo que a mí me toca? exclama Nut bastante molesta; los párpados te pesan dice Goreg, tienes sueño, mucho sueño, ya no puedes decidir, has decidido y tienes que apechar con las consecuencias, duerme, duerme, duérmete; -y a todo esto la estaba hipnotizando moviendo a un lado y otro la copita de Bes, que había cogido por no tener a mano el péndulo ni nada raro más brillante-; Nut se quedó tiesa en breves segundos, dormida como un tronco; ¿me oyes, tú me oyes?; te oyo, dice Nut con voz ultraterrena; ¿dónde te hallas?; eso depende, responde Nut como entre sueños; a primera vista estoy en no sé dónde, pero si me fijo un poco más estoy en el tren transiberiano; no es mal sitio, dice Bast que ahora es la que manda, ¿cuánto cuesta el alquiler?; ni una palabra, dice Hathor, aquí estoy yo para pagar todos los gastos; ¡generosa! la piropea Goreg, el único varón de la cuadrilla, o mejor dicho de la quintilla; ¿y qué ven esos ojos lindos? Veo veo... no veo nada; ponte las gafas; Nut se sintió ofendida y vio ya todo lo que había que ver: nieve y más nieve y más nieve y más nieve y más nieve y...; vale ya, ya hay bastante, ¿y qué más? Veo veo... aquí hay poco más que ver; ¿no ves alguna estación o algún pueblecito? Sí, ahora que lo dices, pero no es más que una maqueta; tampoco íbamos a alquilar un pueblo entero, refunfuñó la diosa del amor o sea Hathor, que era la que pagaba; pero seguro que es una maqueta preciosa, descríbenosla Nutita, dice Goreg el hipnotizador; tiene la mar de cabañas todas iguales, socializadas, en hileras y en columnas; ¿no hay alguna iglesia pedruscosa en que podamos meternos?; así al pronto no la veo, pero a lo mejor está en un sótano; ¡en un sótano; valiente chorrada! dijo la del amor, así vamos a hacer un mundo nuevo cuando la rana críe pelo; podemos hacer un mundo nuevo rodante, -este mismo tren-, sugirió Xur mirando por la ventanilla; ¿un mundo rodante, querida mía, pregunta Bast, es la primera vez que oigo semejante cosa; ¡a ver! protestó Xur, ¿acaso hay algún mundo que no sea rodante?; la diosa de la Nada lleva razón, apoyó Goreg, un tren puede ser un mundo tan bueno como otro cualquiera, y no necesita ni siquiera salir de ninguna parte ni llegar a ningún sitio; sea, dice Bast, y todos se encuentran en un compartimento del ttren rodando a once kilómetros por segundo o a los que sean; íbamos por lo de la transtemporalidad en su versión de la simetría.

En efecto, querida, dice Nut totalmente despierta, íbamos por lo del colapso de la función de onda, pero ahora que lo sugieres podemos investigar por qué un par de fotones disparados diametralmente en sentidos contrarios se enteran cada uno de lo que le está pasando al otro, cualquiera que sea la distancia que les separe, ¿tú te lo explicas?; ¡yo qué me voy a explicar!, para eso estáis los cuatro aquí, para explicármelo; Goreg carraspeó; este fenómeno no tiene más explicación que la coincidencia simultánea de absolutamente todos los tiempos y absolutamente todos los espacios; en hipnotismo es totalmente corriente; y el hipnotismo ya se sabe, refrenda Xur, es una técnica directa que le permite a la mente percibir todo lo que le da la gana sin la necesidad de utilizar órganos sensoriales; muy bien dicho, compañera, dice Nut, directamente y sin ninguna clase de pamplinas ni demás artilugios cuánticos; el espacio fluye ¿no? fluye por el tiempo porque ambos son inseparables; y a la vez todos los momentos coexisten porque todos son versiones de una sola y misma cosa; ¿de cuál? pregunta Bast; de la kristalización de la realidad, aclara Xur, algo lanzado a poseer aspectos innumerables; qué bien te explicas, hija, dice Hathor, eso de la realidad somos nosotros y las demás cosas; ya lo sabemos, le corta Bast con retintín; ¿y la realidad es hipnótica?; siempre, Excelencia, responde Goreg reconociéndole explícitamente el rango, aunque quedándose bastante corto; la realidad es un constructo de la mente acumulado a base de vivencias; ¿y eso de las vivencias de dónde sale?, repregunta Bast tozuda pero consciente de sus responsabilidades; del puro flujo espacial por la pura transtemporalidad, señora, explica Goreg ya un poco molesto, la transtemporalidad es antes-luego y luego-antes, y el flujo espacial es aquí-allá, no sé si usted me comprende; subnormal del todo no soy, replica Bast con acritud, ¿y el flujo ése qué? Pues que qué: Que pasa yendo y viniendo a través del centro del doble embudo de la Cónica, produciendo burbujas; ¿burbujas?; burbujas, sí señora, aunque sea sólo analógicamente hablando, el sí o el no del no o el sí que le rodea; la mente y la consciencia del yo que contiene son el resultado y el origen del burbujeo, una coexintencialidad de causas y efectos, ¿me va cogiendo la idea?; haya paz dice Hathor conciliadora, no hay que pelearse por una cuestióm fundamental tan baladí. Y venga ya, que corten , que a mí me está fallando la memoria.

M a n ú
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