Capítulo III

Tauin ( 11 )

KIR Fénix

Manú <144@arrakis.es>

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A todo esto no hay que olvidar que la presidencia de la larguísima mesa del inmenso salón comedor del castillo está ocupada por Bes, vestido de vampirito con tuniquita negra y capita de forro rojo, y que como es enano y además tiene 4 años está encaramado en un alto silloncito de ésos de niño chico, para llegar al nivel del tablero de la mesa; hay también que tener en cuenta que el plato, el tenedor, el cuchillo y la cuchara que utiliza en esta solemne cena metacientífica son diminutos, porque si fueran del tamaño normal de adultos no estaría bien.

Según las modernas teorías que me ha leído mi nurse, dice Bes después de dar un traguito a su copita de sangre sintética moscatel, la realidad existe en la forma y medida en que la mente la proyecta en el espaciotiempo ¿o no es así?; así es, dice Sokari; y en tal caso, continúa Bes con su vocecita nasal infantil de media lengua, el quid de la cuestión está en saber cómo se las arregla la mente para proyectar esa realidad; he dicho. Todos se quedaron mudos, pensativos y en silencio; buena pregunta, dijo Apis al cabo: es evidente que la mente posee noúmenos porque percibe realidades objetivas del universo físico; y asimismo es evidente que tales realidades objetivas son proyecciones que la mente saca o extrae del universo psíquico; o sea, que se trata de una simetría y por tanto de una inversión; sí pero qué es primero, ¿el huevo o la gallina? pregunta Bes.

Otro silencio igual de largo, poco más o menos, al cabo del cual a Nut se le va a ocurrir una idea: Puede tratarse de una singularidad espontánea, a lo mejor, que se bifurca en dos posibilidades, en forma de Cónica, ya sabéis, una de las cuales da a la mente la sensación de exterioridad, y la otra, simétrica e inversa, le da la sensación de interioridad, digo yo, es una posibilidad al menos, ¿no es verdad? Lo es, lo es, Nutita, asiente el vampiro gordo, las singularidades tienen el derecho a no necesitar causas, son como son y punto; en nuestro caso por ejemplo somos y existimos por un acto espontáneo de nuestra mente absoluta, puntual y nádica, extendida a la expansión que llamamos espaciotiempo; una vez efectuado el acto ya es irreversible, se convierte en una necesaridad que ha de elegir sucesivamente entre infinitas opciones simétricas, funciones de onda que se colapsan mutuamente, produciendo infinitos universos que por definición han de ser mínimamente divergentes; me estás pintando, dice Bes, un plano de carreteras, cada una con su señal inconfundible y una diversidad de señales comunes; me parece bien; ¿y qué puede hacerse para retroceder una vez ya metidos de hoz y coz en alguna opción indeseable?: pues la misma palabra lo está diciendo: "retroceder" en el tiempo hacia el pasado. El nene se había lucido: era lógico: si te equivocas de carretera puedes retroceder hasta la anterior biburcación y tomar la otra opción, pensaron todos al mismo tiempo como un solo hombre; esto nos permite, concluye Nut, retroceder y avanzar por todos los universos cuanto queramos, haciendo con ello cada vez mayor a la expansión espaciotemporal, porque en cada mínima opción se abren nuevas posibilidades; ¡bravo, bravo! aplaudieron todos, y brindaron a su salud.

Eso se llama diversamente por las opciones "física cuántica", recuerda Selkis, que tiene buena memoria desde cuando la suspendieron tres veces seguidas en la Academia por este tema, en el fondo se trata de jugar con la divisibilidad indefinida, partiendo en cada momento de cualquier nivel; esta mujer es una sabia, comenta Sokari admirativo, -Sokari, el de la función absoluta-, vale tanto como decir que no es sólo "el Universo" sino "los universos" los que están en expansión a causa de la consciencia, ¿o me equivoco?; no te equivocas, amor querido, le dice Selkis clavándole una sonrisa además de una mirada, el mundo es tan grande como cada ser es capaz de hacerlo, ¿verdad, Apis?; verdad, dice el interpelado, y es así que cada ser y especie tiene su propio mundo; desde luego este modo de pensar las cosas, dice Bes con su voz chillona y débil, nos permite sobrevivir en cualquier circunstancia, ya que nos basta con recurrir a la divisibilidad indefinida de las opciones y tomar la mejor -que siempre hay-, de entre todas las posibles; si señorito, siempre hay alguna opción mejor que su contraria, dice Sokari, si nos subdividimos mentalmente hasta el infinito.

Eso, dice Nut, moviendo afirmativamente la cabeza muchas veces; cuando nos subdividíamos sólamente en átomos y moléculas estábamos condicionados a jugar únicamente dentro de una banda estrechísima de posibilidades; pero al ir avanzando por la subdivisión nuestra banda fue ensanchándose y aumentaron enormemente nuestras posibilidades de supervivencia; ahora ya no hay quien nos mate; desde luego, dijo Sui, que lo escuchaba todo desde su féretro en la distancia.

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M a n ú
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