Capítulo VII

Tauin ( 33 )

KIR Fénix

Manú <144@arrakis.es>

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Bueeeeno, dice Ra, yo me encargaré de la función clorofílica...; (¡¡¡???, dijeron los otros, ¿quién ha dicho nada de la función clorofílica?) Fui yo, me parece, dice Shesmu, pero para estar seguro tendría que revisar la computadora y ver lo que dijimos anoche. Da igual, no hace falta, dice Menes, lo dijera quien lo dijera es a Ra -(el Sol aquí presente)- a quien le corresponde realizar la función clorofílica esa de las plantas; Es lo que yo creo, dice Shesmu, ¿cómo se hace?

Ra carraspeó, y una tempestad helioeléctrica arrasó los cielos, o por lo menos un poquillo de cielo, el de por aquí, en forma de auroras boreales y cosas de esas; la función clorofílica es vital para la vida; Se comprende, asiente Menes; y de ello se deduce, continúa diciendo Ra, que la vida de la Atlántida ha de ser un resultado continuado de la función clorofílica. ¿Y no podrías explicarte con una miajilla más de claridad?, pregunta Ikh; Lo intentaré, pero estos enigmas de la biofísica son tan inextricables que hay que estar iniciados para comenzar a entenderlos aunque no sea mucho.

Ve al grano, dice Menes, imaginamos que la clorofila es una estructura física de la piel de los vegetales destinada a realizar la fotosíntesis, o sea, a tomar a la luz como fuente de energía para sus operaciones bioquímicas vegetativas; hasta aquí todos de acuerdo, ¿pero cómo se forma en presencia de luz solar?

La verdad es que Ra no tiene ni idea de cómo se formaría la clorofila, pero en su papel de rey del cielo y padre de la vida no podría nunca reconocerlo, eso lo comprende cualquiera; así que se confió a la inspiración y siguió p´alante: Yo soy el origen de la vida en este astro, ¿vale?, y es adecuándose a mí manera de ser cómo las plantas han elaborado su clorofila, estímulo-respuesta que se dice: Ellas han creado en su piel -y más adentro- un sistema coherente con la longitud de onda de mis vibraciones; si me hubiera dado por cantar en vez de por echar luz, la clorofila no sería verde, probablemente, sino marrón o de un color como más oscuro, y las plantas crecerían oyendo música.

Eso tiene su lógica, dice Shesmu a Menes: la clorofila es un modelo de cómo un tipo de seres puede adaptarse a cualquier fuente energética circunstancial. En este caso tenemos a Ra en plan de generoso, que va de luz, pero la energía tiene un montón de otras más formas que también podrían ser utilizadas. ¿Por ejemplo? pregunta Ra; La energía mental, responde Ptahnun, hasta ahora es la forma de energía más poderosa que conocemos. No directamente, dice Seth, que estaba deseando meter la pata, sino a través de una instrumentalización material de algún tipo. Pues ahí tienes la respuesta, so malage ("mal ángel"), en que toda la Artificialidad es nuestra Clorofila, dice Shesmu.

La Artificialidad, reconoce Menes, es la respuesta adaptativa de la inteligencia a las condiciones del medio; es pues un sistema tan coherente con el entorno como el sistema clorofílico de las plantas lo es con respecto a la luz del Sol. Y no cabe ninguna duda de que la inteligencia es una actividad mental. Si se nos ocurriera algún esquema sistematizado para captar las energías del Universo y utilizarlas en nuestra propia plasmación vegetativa... tendríamos a la Atlántida hecha en un periquete y creciendo sola y por sí misma.

Ji ji ji, se ríe Seth, pero para eso habríamos de tener una mentalidad diferente a la que tenemos. ¿Y cómo sabes tú qué mentalidad tenemos si todavía no la hemos desarrollado?, rebate Ptahnun; mi trabajo ahora consiste en establecer puentes de luz entre todos los edificios de la Atlántida; no sé aún cómo hacerlo ni remotamente, pero el hecho de plantearme el problema y la obligación de resolverlo es suficiente y tiene energía suficiente para empezar a acometerlo.

¡Así se habla, muchacho!, dice Menes brindando con néctar del más caro a la salud de Ptahnun, ¡por tí y que los dioses te ayuden!; Amén, dijeron todos sin contar a Seth, que más bien bebía vinagre; La energía mental, continúa Menes después de tragar un buen sorbo, se nutre de todas las percepciones y de las recombinaciones de percepciones que efectúa la mente, y se proyecta en la forma de una Artificialidad cada vez más completa y coherente con el entorno, del cual es precisamente de donde capta su energía prima. Hétenos aquí pues que la Atlántida está creciendo hasta sin darnos cuenta; -porque no se trata de una creación exterior, sino del crecimiento inmanente de la propia función-.

Seth no entendía nada, pero era el único, -los demás lo entendían todo con la mayor de las perfecciones-.

M a n ú
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