Carta Centroamericana

Febrero 2001

 

El 80 % de la construcción de Armenia, ha quedado así. Urge la reconstrucción.

 

 

NOTICIAS BREVES

P. Santiago Najarro:

De cara al Capítulo ha tenido el primer escrutinio para Delegados. Salieron 6. El 1 de Marzo tuvo el segundo y salieron 3 más.

Voló a Cuba para tener una convivencia – taller sobre la Misión Claretiana en América, recordando los 150 años de la llegada de Claret como Arzobispo de Santiago

El 24 de febrero se encuentra en Pocrí de Aguadulce, en la Ordenación sacerdotal de ERIC FERNANDEZ.

P. José Sentre:

Terminados los Ejercicios en San José y luego de revisar los libros de las dos Comunidades ticas, se traslada a Managua. Puede compartir con Bernardino y Rodolfo, ya que Daniel se encuentra de vacaciones. El 9 sale a El Salvador. Alguna noche se encontró en el pasillo de la casa con los otros residentes de Escalón, porque la tierra se estremecía... Vean en esta misma CARTA algunas cosas de las que vio en este país de los terremotos.

El Terremoto del 13 lo sintió en Río Dulce, El Estor, Guatemala. Apenas para decir que hubo un temblor. Luego la radio iba amontonando muertos sobre muertos y ruinas sobre ruinas en El Salvador. Dos terremotos sin conexión alguna, pero que se unieron para destrozar esta nación salvadoreña.

El 19 pasó a Honduras a convivir con los hermanos de las tres Comunidades. En Tela se unía a la fiesta de cumpleaños del P. Pedro el 22; no pudo encontrarse en San Pedro Sula a la del P. Fierro el 24, por un mal entendido. (Desde estas líneas, felicitaciones a los dos.)

Terminó el mes en Honduras ayudando en algunos ministerios a los miembros de la Comunidad de San Pedro Sula y se volvió a la Curia el primero de marzo.

P. Luis Gonzalo Mateo:

Se ha quedado en la Parroquia de El Carmen de Colón, trabajando el guión de la Memoria Gubernativa y ayudando al P. Medel en la pastoral urbana.

Ha participado en la Reunión misionera de Cuba.

P. José Joaquín González:

Terminados los Ejercicios se fue a Panamá. Poco estuvo allí, pues el segundo terremoto de El Salvador, 13 de Febrero, lo sintió en la estación salvadoreña de buses camino de Guatemala. Durmió una noche en Centro Claret y se fue a Santa Rosa; aquí habló con un joven Aspirante y se trasladó a Honduras, La Ceiba, para entrevistarse con los tres Aspirantes hondureños. El 18 estaba en El Salvador, donde reunía a todos los Aspirantes del norte y se iba con ellos hasta Managua, para entregarlos personalmente al Formador de los Filósofos de primero, P. Daniel Monge. Lo dejamos por ahí, animando a los encargado de la Promoción vocacional, hasta finales de mes.

P. Ismael Montero:

El Prefecto de Formación, sin consultoría, se nos fue de vacaciones a España durante los meses de enero y febrero. Allí le fueron llegando las trágicas noticias salvadoreñas y ha podido moverse por España consiguiendo ayudas para esta atormentada población de Armenia. Haz acopio de fuerzas, Ismael, que pronto te llega el comienzo del curso lectivo.

 

 

ERIC FENANDEZ JAEN, Nuevo Sacerdote: Monseñor Marcos Zuluaga le impuso las manos el día 24 de Febrero de 2001. Al felicitarlo por este don recibido, pedimos al Padre celestial abundancia de bendiciones en su Apostolado Misionero.

SAMUEL CRUZ, aprobado para recibir el Presbiterado el 31 de marzo próximo.

 

PRIMER GRUPO DE SEGLARES CLARETIANOS.

La Secretaría General del Movimiento de seglares claretianos reunidos en Santiago de Cuba, días antes de la convocatoria de la Familia Claretiana para conmemorar los 150 años de llegada del P. Claret, dieron su aprobación y reconocimiento oficial al grupo "Itinerantes por el Reino" de la parroquia S. A. María Claret de la ciudad de Guatemala.

Podemos afirmar que este es el primer grupo centroamericano de seglares claretianos reconocidos dentro del Movimiento. En repetidas ocasiones se intentó crear este Movimiento en Centroamérica. Hubo varias experiencias interesantes, pero sólo ahora se empieza a consolidar con la entrada oficial de este grupo. "Itinerantes por el reino" está conformado por unas ocho parejas de nuestra parroquia de Ciudad San Cristóbal. Ya existían como grupo orientado al servicio itinerante de la palabra, comprometidos en ofrecer a grupos parroquiales, a matrimonios, a parroquias, a grupos juveniles, nos sólo de la ciudad de Guatemala , sino de todo el país, retiros y convivencias.

Cuando les pregunté a los que integran la Secretaría General del Movimiento en la ciudad del Cobre en Cuba, si ya habían aprobado la entrada de este grupo me aseguraron que es grupo muy maduro, con una fuerte espiritualidad y con un proyecto de vida y misión perfectamente centrado en el carisma misionero. Nuestra felicitación más sincera desde esta Carta de Centroamérica que, desde ahora, queda a su disposición para cualquier información de su futuro trabajo.

El acompañamiento del P. Pablo Antón como asesor del grupo y el apoyo del P. José Ma. Fernández han sido definitivos en su proceso formativo.

Que esta noticia sirva como aliciente a los grupos que se están formando en Panamá y a los que esperamos surjan en otros países. En cada posición claretiana debería haber, al menos, un grupo de seglares claretianos compartiendo la misión. (Luis-Gonzalo Mateo )

Ejercicios Espirituales: Como años anteriores la Provincia ha dado oportunidad a todos los Claretianos de Centroamérica para que pudieran hacer los Ejercicios de regla. Ha puesto a disposición las dos casas que tiene para estos menesteres: la de Centro Claret, Guatemala, la semana del 15 al 20 y la de San José de Costa Rica la semana del 22 al 27. No todos han podido llegar a la cita, cada cual tendrá sus razones para no asistir y sus permisos; pero se han perdido algo extraordinario. Desde estas líneas de CARTA queremos agradecer a Gonzalo Fernández Sáenz su atinada conducción.

Fragua: El Domingo 28 de Enero salía el P. Eduardo Coto, Director del Colegio Claretiano de Mercedes de Heredia, con destino a Colmenar Viejo, Madrid, para iniciar la experiencia de la Fragua. Nos hemos enterado que la primera impresión ha sido de blancura y frío, por el invierno y la nieve, pero que ha sido una experiencia gozosa, nunca antes vivida en el trópico, por los calores fraternos de los hermanos de Madrid.

El P. Luis Azofra ya hacía tiempo que esperaba, en España, esta oportunidad. Esta vez serán dos Centroamericanos los que podrán llenarse del espíritu de Claret, metiéndose en la Fragua del Corazón de María. ¡Que aprovechen!

 

Murió en la paz de Cristo:

- La mamá del P. Paschal Amagba en Nigeria; ignoro la fecha. El P. Paschal, que tuvo la suerte de convivir con ella durante los tres meses de vacaciones, pudo volver a darle el último adiós celebrando la Misa funeral.

¡Que el Señor le conceda la paz verdadera y el gozo eterno! ¡Oremos!

 

 
 

YO LE VI LA COLA AL DIABLO

El Salvador, Enero - Febrero

Si la radio y la TV van buscando noticias relevantes, las encontraron al medio día del 13 de Enero de 2001. El Salvador había sido atacado por las fuerzas telúricas, desde lo profundo del Pacífico.

Las cifras iban aumentando según se iba conociendo el alcance del temblor:

El día 17 salían en "La Prensa Gráfica" de El Salador estos datos:

Fallecidos 675, Lesionados 2.562, Viviendas destruidas o dañadas, 67.503, Viviendas soterradas 688, Desaparecidos (muchos se sumarían a los fallecidos) 253.

Las cifras van en aumento. Las canchas de juego de El Cafetalón en Santa Tecla, son el mayor centro de albergue de afectados por el terremoto. Su población por el momento (18 de Enero de 2001) ya sobrepasa las 5.000 personas. Las viviendas destruidas suman 24.759, las dañadas 66.170 y las soterradas, con todo lo que en ellas había, 688.

Pero eso fue consecuencia del terremoto del 13 de enero de 2001, porque el 13 de febrero llegó otro, con distinto epicentro, y aunque con menor intensidad, resultó igualmente dañino.

La torre, y la iglesia catedral de Sonsonate, resistió el primer embate, aunque quedó agrietada. Según el encargado de prensa de la alcaldía de Sonsonate "la reconstrucción podría alcanzar a un millón de dólares, pero evidentemente perdiendo toda su historia". Hoy, después del segundo terremoto, ya no queda nada de esa torre, ni de esa catedral. Todo es recuerdo.

El día 7 de Febrero estuve en Armenia. La primera impresión fue de ruina total en el pueblo. Sobre los escombros de lo que fue una casa, reza un cartel: ARMENIA VIVE. Vive a puras penas entre escombros y dolor. En términos generales toda casa de adobes o de barro ha quedado destruida completamente o hay que derruirla. De las casas hechas con ladrillo de un solo piso se han salvado "casi" todas; decimos "casi" porque hay algunas que sí han sufrido, pero la mayoría pueden ser reparadas. De las que tienen dos pisos hay muchas con daños graves y pocas que se han salvado.

La que habitan los Teólogos del trienio (de un solo piso y ladrillo) no ha sufrido directamente; todas las rupturas han sido ocasionadas por una pared de ladrillo que cayó sobre el techo. Hoy está ya totalmente reparada. Se está haciendo una reestructuración de los hilos eléctricos. Hay agua y luz. Los monitores de las computadoras habían caído al suelo. De las cuatro, tres funcionan; la cuarta, herida ya antes del terremoto, ha quedado inservible.

La casa que habitan los de primero ha tenido algún percance: es de ladrillo con doble piso. Tiene que ser revisada por un ingeniero. Se ha caído el cielo raso y agrietado alguna pared, pero está sirviendo de casa de apoyo para el reparto de ayuda a los diferentes Barrios y Departamentos de Armenia. Hay que reparar (tirar y hacer nueva) una pared no muy grande, que tuvo que soportar el golpe de la casa vecina (de doble piso, hundida); también hay que tirar y levantar toda la pared medianil de la parte sur (unos 20 metros); la actual tiene tres metros de altura, el dueño quiere levantarla un metro de ladrillo y lo restante de alambre ciclón. Al oeste no había pared, pues la casa vecina cubría todo el espacio de la propiedad arrendada; al caerse la casa hemos quedado al descubierto por ese lado y hay que levantar pared propia.

Enterrados vivos. Muchos han encontrado la muerte bajo los escombros de su casa o de la montaña que se vino sobre la colonia de "Las Lomas". Lo que pasó en esos momentos por la mente y el corazón de muchos salvadoreños nadie lo sabe... Oscar Tenorio cuenta cómo vivió el terremoto y qué se siente cuando una está enterrado vivo. Copio algunos párrafos del periódico "El Diario de hoy":

"Mis últimos días han transcurrido en esos polvorosos caminos que parten las crestas de las montañas hasta que se pierden en las alturas de Comasagua. Diría que conozco, a la perfección, esos cerros, con sus curvas y sus cafetales. Inevitablemente parte de mi vida quedará allí, entre tanta tierra removida, con la huella de mi trabajo y los recuerdos de una cercana desgracia que me acercó a la muerte.

Eran las 11,15 de la mañana cuando aceleré el movimiento de mi "pick.up". Tenía que llegar rápido a La Flecha, justo en el desvío para Camasagua. Allí me esperaba Rosa Alicia Alas, una subcontratista que se encargaría de engramar parte de las laderas de la carretera que la empresa para la que elaboro construye en esa zona.

Era la segunda ocasión que la veía desde que me la presentaron. Y la encontré allí atenta. La acompañaba un obrero, el engramador, y un niño. Pronto me enteré de que era su hijo. En el corto camino que teníamos que recorrer saludamos a algunas personas con las que trabajamos en el proyecto de construcción de la carretera.

Llegamos a un lugar en donde la calle pasa en medio de un cerro. Justo cuando entramos en ese espacio, observé que nos caían pequeñas porciones de tierra desde las alturas; pensé que estaban chapodando. No sentía nada debido al movimiento del "pick-up", pero de repente las oscilaciones incrementaban, los árboles se movían de un lado a otro, la tierra se partía. ¡Todo aquello era anormal!

¡Jesús, pensé, es un terremoto! Cuando detuve la marcha cayó un poco de tierra delante de nosotros. Intenté retroceder, metí con fuerza la pierna en el Clutch, pero ya no pude hacer el cambio. La tierra caía como catarata abierta sobre nosotros. Golpeaba duro. No sé cuántos metros cúbitos empezaron a caer, pero en segundos... todo se oscureció. Habíamos sido sepultados por una destructora y mortal avalancha.

- ¿Qué pasó?, preguntó Rosita.

  • Ha sido un terremoto, respondí.

Ella me gritó que metiera retroceso, pero ya era imposible. Me volvió a gritar que salvara al niño, aunque se quedara ella allí. Le pedí calma, que trabajaríamos para salir. Procuraba transmitir tranquilidad, aunque tenía la certeza que el pequeño había muerto en esos instantes de confusión y oscuridad. No lo escuché gritar ni gemir. El obrero sí seguía vivo, acongojado. Una y otra vez, pedía ayuda.

Aquello ya no era una cabina de un automotor. Simplemente era una tumba de metal bajo varios metros de tierra. Por suerte, poca tierra había entrado a ese pequeño espacio, ya que los vidrios estaban cerrados. Nos iluminaba una tenue luz de la lámpara del automotor, que se había encendido sin activarla; por un momento creí que era la luz de una salida al final del penoso camino. Pero simplemente era una ilusión, tan frágil como ese hilo de aire que nos mantenía aún con vida. Volvía a ver a Rosita y estaba bien, pero insistía en que le ayudara a sacar al niño. El obrero, de quien no sabía el nombre, seguía gritando, revolviéndose entre tanta tierra. Pedía que lo auxiliara y constantemente me preguntaba la hora.

Sinceramente yo no había perdido la calma. Era cuando más serenidad y fortaleza se necesitaba. Les decía que fuéramos positivos, que nos tranquilizáramos, que hiciéramos lo posible por superar la adversidad.

Busqué el teléfono celular y marqué el 911 y el número de mi casa, pero no funcionaba. Volvía a intentarlo y nada. Otra vez y otra vez... Lo mismo sucedía con el radio que portaba. Probaba con una frecuencia y no escuchaba ni la más mínima señal. Sin embargo jamás creí que estuviéramos olvidados, abandonados a una muerte lenta. En esos momentos recordé a todos aquellos que saludamos cuando veníamos para acá. Ellos, sin duda, les decía a los demás, preguntarán por nosotros y al no vernos, nos buscarán. Eso me tranquilizaba. Pronto vendrán...

Desconocía la cantidad de tierra que nos había caído encima y la magnitud de la tragedia. Por el momento creía que aquella desgracia sólo era nuestra. Pero los minutos pasaban y tan sólo escuchaba las voces de los acongojados, quienes agotaban los últimos respiros de paciencia. Revisaba el reloj de ven en cuando... Con una cuchilla de mano que siempre porto, comencé a escarbar por el lado de mi ventana. En la oscuridad y humedad, metía la mano y sacaba un poquito de tierra, que colocaba en el asiento, entre Rosita y yo. Ya había liberado como un metro, pero no encontraba el final. ¿Tanta tierra nos habrá caído encima?, me preguntaba. Sólo entonces supe que ya no podríamos salir a arañazos. Pedía auxilio pero los gritos quedaban allí mismo, ahogados entre tanta impotencia. Desistí y decidí guardar las energías para el día siguiente. ¿El día siguiente? Sí, estaba convencido de que viviría.

A las diez de la noche, me quedé solo en esa lucha. Rosita ya no me contestaba, sólo se lamentaba, como un recién nacido. Su respiración apenas se escuchaba, como el rocío que baja por una hoja. ¿Por qué Dios?, ¿por qué a nosotros? Aquellas quejas se estrellaban contra mi rostro, como golpes, y me hacían reaccionar. Eso no puede ser así. Aunque no soy ningún devoto ni ferviente feligrés, mantenía firme mi fe y mis creencias cristianas. Dios no nos había castigado, eso había sucedido, porque así sería.

En aquel asfixiante silencio, apareció la imagen de mis seres más queridos. Cómo estaría mi esposa, María Rosa; mis hijas, Mariela y Roxana. Estarán muy preocupadas por mí, porque no he llegado. Por lo general todos los días regreso a las siete de la noche. Y vienen a mi encuentro, con sus brazos, sus cariños, con su vital presencia. Y recordar que me casé con María Rosa hace 13 años, un año después de que comencé a trabajar en la constructora Simán. Y apenas un año antes, en 1985, me había graduado de ingeniero en la UCA.

Por un instante dejé de repasar esas páginas de ese preciado álbum y busqué en la oscuridad a mis acompañantes. Rosita y el obrero apenas gemían. Otra vez les pedía calma. Por favor aguanten...

Entre tanto lamento y recuerdo llegó la funesta madrugada. El obrero murió justo a las dos de la madrugada. Sí, yo sentí cuando falleció. Con desesperación, movió sus manos, en un último intento por quitarse tanta tierra de encima. Me preguntada si era alguien que venía a rescatarnos, pero no, era el acongojado señor. De repente sus últimas energías se acabaron. Fue cuando dio dos suspiros, una largo y uno corto. Así, terminaba su suplicio. Entonces tuve la certeza de que el pobre obrero había fallecido. Lo sentí, como que si yo le hubiera cerrado sus ojos al dar la última exhalación. Le pedía a Dios por él, aunque en ningún momento sentí miedo por tener la muerte tan cerca.

Aunque mi mente estaba agitada, sentía que le tiempo no pasaba. Volvía a ver el reloj y apenas habían transcurrido cinco minutos desde la lejana vez que había repetido el mismo procedimiento. Todo era más lento en la agonía de la asfixia. Pero, de forma inesperada, ocurrió algo extraño. Escuché los chillidos de unos animalitos, pero pensé que era mi imaginación que comenzaba a ceder ante la debilidad. Pero no. Sentí cuando pasaron junto nosotros y movieron un palo que tenía en una de mis manos. Unas taltuzas. Eran por lo menos tres. En su propia lucha habían logrado llegar hasta donde nosotros. En ese momento sentí que por el orificio que habían cavado, nos estaba entrando oxígeno. Aunque eso no fuera cierto, así quería creerlo, necesitaba algo para aferrarme a la vida. Y así fue mientras escuché a las taltuzas perderse en esa montaña.

Revisé mi reloj y ya eran las cuatro de la madrugada. A esa hora ya se han levantado muchos, me dije. Y con las pocas energías queme quedaban, volvía pitar, a gritar y a chiflar con insistencia. Pero no escuché nada. Fue hasta las 8, 45 de la mañana que sentí que estaban escarbando sobre nosotros. Con mucha alegría, le dije a Rosita que nos habían llegado a rescatar; entonces tomó aliento y comenzó a hablar, a recuperar esperanzas.

Debido a los movimiento de las máquinas que se agitaban allá arriba, se desprendió un poco de tierra justo en el espacio que había abierto horas antes. La tierra cayó sobre mi rostro y apenas me dejaba respirar. Como pude les grité que taparan ese hoyo porque no estaban soterrando más. Ansioso les pedí una manguera para poder tomar un poco de aire fresco.

Pronto llegaron un tubo, un poliducto, que hicieron llegar cerca de mi rostro. Me acerqué y tomé la primera bocanada de aire, que sentí tan fresco como el que se respira en las montañas más altas. Y así escuché a nuestros rescatistas, obreros de la zona que hacían lo que podían por sacarnos de allí.

Rosita también necesitaba aire con urgencia, pero el poliducto, por su forma, no podía llegar a donde ella estaba. Minutos después los obreros metieron en el poliducto una manguera, hice llegar hasta don de ella. Sintió que volvía a nacer al recibir ese aire redentor y las primeras gotas de agua.

La excavación continuaba, mientras escuchaba por el poliducto a mis compañeros de trabajo y mi cuñado, quienes se habían unido a la tarea. De inmediato les pregunté a ellos por mi esposa, pero sólo me decían que "le iban a avisar". Yo sentía que aquellas respuestas eran evasivas, y que algo le había pasado a ella y no me lo querían decir.

Justo a las 12.30 del día, 25 horas después de haber sido devorados por la tierra, sentía que una mano se acercó a mi hombro. Era un especialista en rescate, que, poco a poco, comenzó a quitarme la tierra que me aprisionaba. Cuando me liberó, aquel hombre me sacó por la maltrecha ventana del "Pick-cup". Me cargaron en una camilla improvisada y volvía a ver la luz, esa claridad que me regresaba a la vida. Con mucha satisfacción todos comenzaron a aplaudir y a abrazarse, mientras sacaban también a Rosita.

Entre tanta alegría y debilidad, los socorristas me llevaron pronto a un helicóptero que me trasladaría al hospital militar. Me sentía mareado, pero por ver lo que había pasado allá abajo. Sólo entonces, me di cuenta de la magnitud de ese terremoto.

En el hospital me habían estabilizado, pero mi vida estaba incompleta. No sabía nada de mi esposa ni de mis hijas. De repente, alguien me dijo que ella estaba allí; cuando la vi, se me hizo un nudo en la garganta y la abracé con todas mis fuerzas.

Cuando aquello había terminado comencé a llorar y a soltar esas lágrimas que con tanta valentía había contenido. Ahora que tengo el privilegio de volver a vivir, quiero agradecer a aquellos que lucharon por mi vida: a ese cobrador de buses de Comasagua, a aquel señor que sólo había saludado un par de veces y tanto desconocido que me sacó de esa oscuridad. Esta es mi historia.

El Terremoto del 13 de febrero, más pequeño que el anterior, fue igualmente dañino por tener el epicentro más superficial. No causó tantas muertes porque la densidad de población es más baja; aun así la destrucción ha sido grande en los Departamentos (Provincias) de La Paz, San Miguel y Cuscatlán. "Candelaria, un pequeño pueblo al este de San Salvador, ha vivido los estragos del terremoto del pasado 13 de febrero de una manera más trágica que el resto. Una escuela de párvulos quedó soterrada bajo una montaña de ripio en que el sismo dejó convertida una iglesia vecina. Los niños, de entre cuatro y cinco años, quedaron sepultados junto a su maestra. ¿Cuántos? Las autoridades hablan de 5, otros de 20. Lo que pasó fue que los familiares de los niños se los llevaron con la esperanza de salvarlos o velarlos en otros lugares, por eso no se tienen cifras precisas. Los mejores testigos podrían ser el Arzobispo de San Salvador, Fernando Sáenz, y el Arzobispo auxiliar, Gregorio Rosa Chávez, quienes tenían una reunión en la iglesia, la cual se desplomó sobre la escuela. La profesora murió como una heroína con tres niños en los brazos, dos de ellos vivos. Franklin, de siete años de edad, perdió a su hermana Telma Ivette Cruz, de tres años. La encontró desmayada con el brazo quebrado, comentó el niño, quien luego de rescatarla la llevó a su casa. Fueron sus padres los que le dijeron que no tenía vida." (El Periódico, Guatemala, 15 Febrero 2001)

Yo le vi la cola al diablo, ciertamente, pero los Angeles buenos llegaron inmediatamente:

El ángel de la solidaridad.

Beatrice Alamani de Carrillo escribía en "El Diario de Hoy" (El Salvador) el día 31-1-01: "La inmensa caridad y solidaridad humana que, por otro lado, se ha revelado en la tragedia, constituye la verdad más hermosa de nuestra gente.

Buenos ciudadanos(as), que pocas veces habían pensado con detenimiento en sus "vecinos" de las zonas marginadas, han "descubierto", con los pequeños o medianos derrumbes de las casas de lámina y cartón de los mismos, la realidad estructural de nuestro país, y muchos, desde su conciencia ética y cristiana, están trabajando para estos hermanos menos afortunados.

Mientras grupos juveniles y de adultos, admirable y desinteresadamente, ayudan a los terremoteados, a través de parroquias, asociaciones de servicios y universidades, pandillas de asaltantes acechan los camiones de víveres y ropa para los damnificados, como sucedió recientemente, camino a Comasagua.

Si se observa que este sismo, cuya magnitud abrumadora se repite sólo cada 150 años, ha producido daños "específicos" a nuestro país, es decir, localizados y reducidos a las casas más humildes o más viejas en zonas de alto riesgo, el perfil de la catástrofe adquiere un aspecto sociológico, que es muy difícil objetar a contrarrestar con retórica y palabrerío.

Si se llega a la colonia que un día fue "Las Colinas", no tomando en cuenta por un momento, el instinto de preguntarnos cómo y por qué un derrumbe "tan limpio" y definido pudo ser obra sólo de la naturaleza, quedan la infinita piedad, la tristeza y el duelo. Dichos sentimientos deben fructificar, al fin, para que todos seamos más justos con los demás, no sólo "más buenos" (lo cual es fácil entre tanto dolor).

La inmensa caridad y solidaridad humana que, por otro lado, se ha revelado en la tragedia, constituyen la verdad más hermosa de nuestra gente. Es conmovedor y, sobre todo, esperanzador para la patria, ver, sobre todo jóvenes, ayudando en las actuales circunstancias. En "El Cafetalón", artistas nacionales con su maratón dieron aliento y consuelo a los que todo lo han perdido, y se "reventaron piñatas" para los niños, que el Cristo dijo privilegiar.

También el apoyo internacional dice mucho de las facetas positivas que siempre existen en el planeta, a pesar de todo."

La falta de agua potable está preocupando a los habitantes de todas estas zonas afectadas. La energía eléctrica y las comunicaciones, por el contrario, se han podido arreglar con cierta rapidez.

Han sido miles y miles de toneladas de tierra las que han quedado regadas por las carreteras. Se han hecho mapas de carreteras alternativas, pero las distancias se alargan en demasía. Para llegar a la población de Armenia, donde están nuestros Estudiantes Teólogos, hay que ajustarse a un horario de ida y vuelta: cuatro horas hacia Armenia y cuatro hacia San Salvador... No hay máquinas trabajando, pues se han concentrado todas en hacer una carretera alterna antes de que lleguen las lluvias, ya que la actual se hará intransitable por el lodo que vendrá de la montaña.

El ángel de la risa: "payaso".

"Aún nos sobra corazón", rezaba un titular del periódico "El Diario de Hoy" (El Salvador) del día 20 de Enero. Pocas palabras en la página: "Pese a la pérdida de familiares y amigos, la destrucción de bienes y la incertidumbre, los salvadoreños están tratando de levantarse y mirar hacia delante. Ni amenazas de nuevos temblores o frentes de frío pueden, al final, borrar la sonrisa que siente un país en lo hondo de su corazón." El resto de la página lo llena una foto de tres gigantes payasos que atraen la atención de un grupo de niños; los payasos quieren poner un poco de alegría, y de esperanza, en el corazón de todos..., empezando por los niños.

El Angel de la normalidad.

Los servicios de transporte aéreo, marítimo y ferroviario están restablecidos, tras la reparación de los daños causados por el sismo. El aeropuerto sufrió rajaduras en la pista, pero fueron reparadas inmediatamente. La urgencia de la llegada de la ayuda internacional obligó a mantener en buenas condiciones la pista de aterrizaje, las instalaciones y la red de comunicaciones. Desde el día del terremoto, 13 de Enero, hasta el 31 habían llegado más de 1.200 vuelos. El transporte en ferrocarril estuvo suspendido por varios días, pero el reparto de granos, cemento y combustibles hizo que se reparasen los puentes y rieles dañados.

El Angel del rescate.

La historia del Ingeniero Oscar Tenorio conmueve, pero hay muchas otras historias de personas que tienen aire y luz, que pueden ir y venir por encima de las ruinas de sus casas, y, sin embargo, tienen la muerte muy cerca por el hambre, la sed o las epidemias que se ciernen sobre sus cabezas.

La iglesia católica, las congregaciones evangélicas y las municipalidades se han dado a la tarea de recaudar y distribuir ayuda a los damnificados. Todas las parroquias del país son centros para recibir ayuda. Prácticamente la Iglesia Católica realiza su propia recaudación y distribución.

En Armenia, el P. Eddy Quirós, con cuatro Teólogos y un gran número de jóvenes del pueblo, ha dirigido el trabajo de organizar el reparto de ayuda al pueblo de Armenia y a los Cantones de la zona. Ha llegado ayuda de nuestras casas de Honduras y Guatemala en especie. Ahí, en el patio, se han amontonado fardos de ropa y sacos de comida. Por medio de unas listas, más o menos completas de damnificados, se ha ido repartiendo a cada uno según su más urgente necesidad. No todos quedan tranquilos, porque todos quieren más, pero se ha llevado mucho alivio al pueblo y a los Cantones de Armenia desde nuestra casa. Además se ha puesto a disposición de todo aquel que necesitaba ponerse en contacto con los suyos y dar las noticias más urgentes el único teléfono del Barrio San Sebastián, el nuestro.

San Juan Nonualco, sobre el epicentro del segundo terremoto, es el pueblo donde nació el P. José Vidal Pérez, de nuestra Comunidad de Kuna Yala. En el primero se dañó la casa de su mamá de tal manera que tuvieron que tirarla toda y empezar una nueva. Con la ayuda de la Provincia y de la casa de Escalón ya se ha podido levantar una nueva de bloques, varillas y techo de asbesto.

Los temblores han seguido repitiéndose con cierta frecuencia; tanta que la gente está ya con miedo de entrar en su casa; prefieren dormir en medio de la calle, bajo una tolda de plástico. Hoy no hay dificultad especial, pues el clima es llevadero, pero pronto llegarán las lluvias y no podrán seguir durmiendo en la calle.

Proyecto de casas nuevas.

Dentro de las necesidades más urgentes que hay que solucionar, se encuentra la vivienda.

España reconstruye Tepecoyo.

Alemania construirá 200 casas.

USA construirá otras 200 más a través del AID.

Las PROCLADE de España han empezado a reunir dinero con este mismo fin. Hoy, 1 de Marzo, tenemos en nuestra cuenta del Banco General de Panamá, N. 04-10-01-033844-0 a nombre de Santiago Najarro o José Sentre o Luis Nebreda, la cantidad de 26.930 $USA. Se está queriendo llevar a efecto un proyecto de construcción de casas. Se ha hablado de 250.000$ ¿Cuántas casas se podrán construir? Se habla de 50 casas fuertes y limpias, aunque no sean muy grandes. Es urgente que la construcción empiece cuanto antes, porque en Mayo llegan las lluvias y el agua, mucho más el agua torrencial del trópico, obliga a tener techo y desagües limpios para no causar estragos.

   
 
   
 

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