Capítulo XII

Tauin ( 54 )

KIR Fénix

Manú <144@arrakis.es>

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Al llegar la procesión a la inmensa plaza del Kronotemplo Catedral convergió con otra procesión equivalente en cuyo cajón inconmensurable venían montados Zedfank, Renenet, Selkis, Bai, Tum y Shed, cada cual con sus atributos, sus funciones, sus símbolos y demás zarandajas; venían palmeando por sevillanas.

La fervorosa y multimillonaria multitud estaba encantada de la circunstancia de poder ver así dos procesiones por el precio de una. Los dos carromatos o como piadosamente se llamen se juntaron lo suficiente para poder charlar sus sendos ocupantes con toda tranquilidad. Hacemos caso omiso de las infinitas banderolas, cirios encendidos, nazarenos, estandartes, autoridades y demás que formaban el polícromo gentío, amenizado por el guirigay de trescientas o más bandas de música, escuadrones militares y la plana mayor de la rehostia.

¡Chiquilla, chilló Renenet a Maat, cuánto tiempo sin verte! ¡Lo mismo digo! gritó la otra, ¡vaya un jolgorio más bonito! ¿Y a mí no me dices nada? dice Amentet, que estaba entre el otro mogollón de gente del otro paso. ¡Ay hija,

no te había visto! ¿cómo estás tú preciosa? le pregunta a la diosa de la Muerte. ¿Cómo quieres tú que esté?, pues la mar de contenta. ¿Contenta por qué? Porque hemos resulto el problema de... ay, de qué era?..., ahora no me acuerdo; pero hemos resuelto un problema la mar de importante. Pues ya verás tú cuando te contemos el problema de que nosotros hemos venido tratando? ¿De cual? preguntó Maat. Del de la estructura hipersocial, contestó la diosa de las Riquezas del Sol.

Vamos a hacer cama redonda, dice Shesmu, venga, juntad los dos cajones; (se dice los dos "pasos"); bueno, pues juntad los dos pasos. Y así se hizo. Las trece dioses en total se arrejuntaron a la vista de la fervorosa multitud que no hacía más rezar y cantar himnos y cánticos, e intercambiaron saludos de cada uno a cada uno y entablaron infinidad de conversaciones simultáneas, binarias, ternarias, cuaternarias, quinarias etcétera, con la variaciones, permutaciones y combinaciones correspondientes, lo cual es de por sí algo dificilillo de transcribir, por lo que nos vamos a quedar con lo esencial.

¿Entonces tú que dices, que las hipersociedades son incognoscibles para los individuos de las sociedades corrientes? resume Osiris preguntándole a Tum. Totalmente incognoscibles, ¿tú no ves que los módulos de relación de toda hipersociedad son muchos más sutiles para alcanzar mayores distancias que los módulos de las sociedades corrientes? hay la misma diferencia que entre las ondas hertzianas y las ondas sonoras, ya tú me comprendes. Que también estoy yo aquí, dice Selkis asomando su cabeza con yelmo griego entre Shed y Renenet, las hipersociedades son en parte cosa mía, porque yo soy la que más lejos llega con las flechas : Una hipersociedad es a una sociedad como una rana a un aminoácido; ¿se pueden enterar los aminoácidos de la existencia de las ranas? No creo, dice Shesmu. Pues nosotros somos las ranas y ésos de ahí abajo son los aminoácidos, dice Selkis.

Realmente encantador, dice Amentet, (la de la Muerte), el hecho de cualquier nivel superior de asociaciatividad pueda enterarse de todo lo que ocurre en los niveles asociativos inferiores a él, e ignore a la vez la existencia de los niveles asociativos que le sean superiores. Relativamente, dice Shed, que unas veces va de terrorista, otras como ahora de Orden Nuevo, y otras de cualquier otra cosa : Las ranas verdaderas no conocen tampoco la existencia de los aminoácidos; lo normal es que cada nivel permanezca absorto en su propio plano. Oy hijo, qué quisquilloso eres, dice Selkis, que hoy viene de función Libertaria, cada nivel asociativo es muy libre de ignorar a todos los demás : ni las ranas conocen la existencia de los aminoácidos ni tampoco los aminoácidos conocen la existencia de las ranas; y así es como está mejor que no tanto interconocimiento. Bien mirado..., dice Shesmu, que es el que todavía manda en toda la tropa, el mutuo desconocimiento de los niveles de asociatividad mantienen a unos de otros a una prudencial distancia; y eso es Orden; lo Caótico sería que todo estuviera entremezclado y revuelto; pero no es menos cierto que conviene que la cúspide esté muy al tanto de todo lo que ocurra en la pirámide.

Sabias son tus palabras sobre toda ponderación, dice Knum perfeccionista, y en verdad la cúspide debe estar perfectamente informada de cuanto acontezca en la dinámica universal y en cualquiera de sus niveles, ¿pero cómo? La mar de fácil, dice Amón, instaurando una policía intergaláctica. ¡Nazi! le acusa Selkis, nada de policías intergalácticas ni zarandajas por el estilo: Simple INDUCCIÓN ¿te enteras?, inducción electromagnética codificada, decodificada simultáneamente por la Maquinona que tenemos Allá Arriba; mira tú como va la cosa: Cualquier evento que sucede en cualquier nivel tiene su propia fórmula electromagnética, que electromagnéticamente se transmite en Cuerda -y no en Arco de Curvatura- al Troum -y ya tú me entiendes-; el Troum lo decodifica y vuelve a codificarlo para ser perceptible y comprensible en nuestro nivel. Así de fácil. A todo esto nosotros tenemos conectado nuestros inconscientes a un potenciador automático que eleva la señal y nos la vuelve fáctica; todo lo inconsciente e incomprensible que tú quieras pero fáctica; y así resulta que en cada momento accionamos y reaccionamos como corresponde a nuestra situación funcional de rectores del Universo.

Pues sí que tiene humos la niña ésta, dice Amentet a Renenet por lo bajini, rectores del Universo, ahí es nada. Sin embargo a Amón le pareció de perlas. Shesmu meditó mientras tragaba un sorbo de néctar; no es mala idea dijo al fin. Yo todavía no he abierto la boca dice Zedfank, dejadme que cante o que toque algo; y todas las bandas se pusieron a tocar al unísono nada menos que el Himno Imperial; todos los dioses se levantaron y se pusieron firmes, con la mano en el corazón; y cuando terminó el himno se sentaron y ya estaban en el interior del Kronotemplo, que es una bestiada de grande y de alto.

M a n ú
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