Capítulo VIII

Tauin ( 38 )

KIR Fénix

Manú <144@arrakis.es>

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Ya vale, dice Ikh en plan de director de escena, iros los cuatro y que entre otra tanda. ¿Otra tanda de cuatro?, pregunta el ayudante de dirección. Desde luego, confirma Ikh, ¿qué quieres, que sean cinco? No, si a mí me da igual. Pues entonces, llama a cuatro y que entren. ¡El Tribunal llama a Horus, Min, Yau y Hiké!, ¡que entren! Pues que entren, dice un alguacil invisible, ¿pero qué clase de tribunal es éste, si esto es una película? No es una película, sino una novela, dice el autor desde los cielos, y basta ya de cháchara.

Hay que tener en cuenta que -(y a todo esto el de la cabeza de chacal, el de las barbas, el de la hora esa rara de por la mañana, y el de la providencia divina, se largan al bar a tomar copas)- el paisaje escénico puede cambiar a gusto del consumidor, ¿no estábamos en un bosque?, pues ahora ya no, y nos vamos a algún sitio más nocturnal, como por ejemplo una cafetería tranquila y sin apenas gente, -la imprescindible para un discreto relleno que no tenga ni que explicarse-. Esto es posible porque en el Universo Transdimensional que estamos haciendo las formas no son rígidas, sino plásticas, y todos son efectos especiales que, como es sabido, lo mismo dan ocho que ochenta; no es que esto sea el mundo de la ilusión, -qué va-, sino que cada cual se toma la feria como le da la gana, e interioriza lo que mejor le parece, según sea su estructural mental, que es lo único que no cambia, a menos que uno quiera.

Querer, como querer, responde Min a lo que estaba pensando Horus, que es lo del párrafo anterior, no es tan fácil como parece; yo ahora trabajo en eso de la autorrealización del espíritu... ¡Mira qué casualidad!, dice Horus, yo trabajo en la autorrealización a secas; Coincidencias que se dan, dice Hiké, autorrealización de la materia formal y autorrealización del psiquismo. Eso es lo que yo digo, continúa diciendo Min, y he observado que los sujetos que son como son no son de otra manera ni aunque cambie el mundo. Eso pasa, dice Horus, debido a la inercia cuántica, que no es ni isótropa ni isótona, sino que deja bolsas como olvidadas, de ésas a extinguir, como las que se dejan en la calle al lado de las farolas. O sea, que el principio de conservación de la energía es sólamente una relatividad de orden local. Exactamente, dice (¿ahora a quién le toca?) Yau, -¡Hombre, qué callado estabas!, dice Ikh, las palabras son cheques en blanco firmados al portador-; Pues eso, que hay que tener en cuenta la inercia residual de las formas rígidas, tanto en la mente como en la materia, precisamente en el seno de un nuevo Universo plástico.

Tú estás hablando de la atractividad magnética, dice Ikh, ¿o me equivoco?, a lo mejor hasta acierto. Aciertas plenamente, señor dueño de la cafetería; la atractividad magnética polariza a las ideas tanto como a los átomos; un spin de más o de menos lo lía todo, -por resonancia-, y como no estés al loro de la movida estás aviado: es lo que se llama inercia residual. Ya no hay nada inmutable ni más perfecto equilibrio que el de la pentadimensionalidad; así que tampco sirven ya las murallas de arcaísmo para salvarse del diluvio que está cayendo; (Afuera llovía a cántaros); la inundación es tal que no hay ni alturas ni refugios que la paren; estamos hablando de un nuevo Universo, en el que las bolsas residuales son arrastradas por la corriente etérica hacia su punto crítico de implosión.

Un futuro muy oscuro para Seth y su teoría corpuscular, apunta Horus; Desde luego, dice Yau, síntesis contra análisis, continuidad etérica en los dos lados de la cónica contra corpuscularidad; no hay sino una opción que pueda medio salvarle, y es la integráción -sintética evidentemente- contigo mismo. ¿Conmigo?, exclama Horus completamente extrañado; Hombre, me dirás, los dos aspiráis a la herencia de Xir, -el Unitarismo homogéneo y sin fisuras-, pero eso no es ni posible ni conveniente en una teoría general de la realidad que tiene dos caras, -la física y la consciencial-.

Te entiendo, responde Horus, pero eso significa también casi mi muerte. Más bien significa tu magnificación a uno de los dos aspectos de la superficie. ¿Y el otro? No te preocupes: el otro aspecto es exactamente el Cero o Nada.

Ufff, suspira Horus enjugandose la frente. ¡Camarero, sirve otra ronda!

M a n ú
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