Capítulo VI

Tauin ( 27 )

KIR Fénix

Manú <144@arrakis.es>

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....Vale, vale, mujercilla, no te pongas así, dice Goreg, soy Goreg, tu primo el de la tía Anselma, ¿Anselma?, bueno, como se llame, la de las barbas, yo era tan chiquitillo cuando nací que apenas me acuerdo de nada. Es comprensible, dice Mut reflexiva; yo tampoco me acuerdo de la tía Anselma, ¿pero tantísima edad tenemos? Uf, la tira, vaya que sí, dice Sui desenganchando su guadaña de un remache del techo del ascensor en que se había enganchado, y tiró tan fuerte que estuvo a punto de pincharle un ojo al barítono Makrou si éste no lo hubiera esquivado al vuelo, somos tan viejos como el cielo o más. Más, mucho más, dice Maat con una mano levantada como si estuviera pidiendo la palabra, pero en realidad la levantó porque no le cabía en las estrecheces de su rincón ascensoril; somos lo que se dice carcas primordiales, ancestros de la materia prima, pre lo que sea que sea esto en que habitamos. ¿El ascensor? pregunta Mut. No, mujer, dice Maat, el mundo. ¿El mundo?, el mundo es este ascensor. Ya lo veo, lo dices en sentido figurado por lo de la evolución, ¿verdad? Claro, es evidente, el mundo es un desarrollo antigravitacional simétrico, tú ya me entiendes, por los dos lados del punto cero, tratando de evitar a esta primilla nuestra, dijo tocando con la uña violeta la guadaña de Sui, y consiguiéndolo siempre, en positivo o en negativo...

¡Ya lo sé!, replica Sui interviniendo en la conversación, ya sé que yo sólo soy un punto de inflexión, ¿¡pero alguien tenía que serlo, ¿no? o qué!? Pues claro, nena, todos somos funciones, concede Mut, y tú eres el momento indefinido en el que el éter burbujea mínimamente y trasvasa al otro lado la parte material de la realidad e invierte el proceso de formación de formas mentales, ¿no es así?

Un ascensor que no se para nunca no es el sitio más adecuado para discutir sobre estas cuestiones, dice Makrou. El movimiento se demuestra andando, dice Maat soltando una encantadora carcajada, y la evolución se demuestra subiendo...; bien hecho, prima Mut, aunque nos tengas a todos presos, haces pero que muy requetebién en obligarnos a ascender. Gracias, querida, si no fuera por personas tan comprensivas como tú me sentiría incomprendida; me estaba refiriendo como comprendereís, rotó la cabeza un poco, a las mentes positivas y negativas, porque con la materia y con la energía no hay ya ningún problema, -siguen el plan preestablecido-, pero las mentes son otra historia.

Y que lo digas, dice Maat, me tienen loca con tantas pretensiones de agarrarme por el cuello, -¿¡Agarrar por el cuello a la Verdad-Justicia!? dice Makrou, ¡qué profanación tan blasfema!-, no te preocupes, mi amor, que a mí no me agarra nadie, dice Maat tranquilizadora, pues buena soy yo de escurridiza, ahora, eso sí, me suplantan continuamente con falsificaciones, y a ésas sí las agarran. La gente en general tienen cada uno su "verdad" bajo llave, pero no son más que mentiras de quita y pon, -no Yo, la Verdad, la Unica, la Genuína-, que no me caso con nadie. Haces bien, pequeña, dice Goreg, tú a tu éter y a tus burbujas que es lo seguro. Y todo lo demás es cuento, ya se sabe, dice Maat dándole la razón; la Muerte aquí presente, -y hace una graciosa reverencia a Sui, que con la capucha y el ropón negros estaba ya medio asfixiada-, es el fin de la vida que media entre la constitución burbujística del ser estructurado y el centro de inflexión y puerta de paso hacia el otro lado de la simetría, una implosión de la materia y su consiguiente aparición simétrica en el otro lado en forma de otro proceso constitutivo que reproduce al anterior más o menos fielmente la mayor parte de las veces, -en sus aspectos materiales se comprende-, pero no en sus aspectos mentales, que se invierten; de tal modo que una inteligencia muerta se vuelve tonta.

¿Pero es que puede morir la inteligencia? pregunta Makrou. Las muy pequeñas sí, responde Sui que es la experta, y hasta las medianas a veces, pero las muy grandes o simplemente grandes siempre se escapan, avanzando en dirección contraria a la del Éter, y alejándose cada vez más de mi centro de inflexión. ¿Y cómo se hace eso? insiste Makrou. No es mi especialidad, responde Sui; eso pregúntaselo a Maat, o mejor a Goreg, que está muy callado. ¿Sí? dice Makrou en dirección al rincón de Goreg. Yo me limito a pintar a la inteligencia del color de la Inteligencia, como a la muerte la pinto del color de la Muerte; de cómo la inteligencia se escapa de la muerte no sé nada. Ni yo tampoco, dice Mut; ni yo puedo decirlo, dice Maat, porque es un secreto a voces. Entonces tendré que ser yo el que lo diga, dice Makrou: Las grandes inteligencias se escapan de la Muerte plasmándose en obras.

Tendrá que se plasmándose en obras admirables, dice Goreg. Desde luego, en obras admirables, conviene Makrou, porque sólo Lo Admirable es menos denso que el arrastre etérico, por tratarse de estructuras enormemente complejas, y por tanto con un gran volumen pentadimensional y escasa cantidad de materia.

M a n ú
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