ADIOS, MONSEÑOR ZULUAGA

 

Text Box:

Nació en Ceánuri, Vizcaya, España, el 25 de Abril de 1919
Profesó el 15 de Agosto de 1936
Ordenado Sacerdote el 12 de Septiembre de 1943
Elegido Obispo el 9 de Diciembre de 1976
Emérito desde el 13 de Noviembre de 1981
Celebró los 25 años de Episcopado en el mes de marzo 
próximo pasado (Véase Carta de Marzo, 2002)
Murió en el Santuario Nacional el 1 de Octubre de 2002 

 A la espera de presentarles unas páginas más extensas de la vida y misión de Mons. Zuluaga, presentamos lo que él mismo dijo en un

  

TESTIMONIO SACERDOTAL

 Sólo y únicamente porque pudiera ser provechoso para alguien, que estuviera sintiendo en su interior la llamada de Dios a la vida consagrada, acepté la invitación del Excmo. Monseñor José Dimas Cedeño, Arzobispo de Panamá, para presentar ante ustedes el testimonio de mi vida Sacerdotal, en esta celebración de la Cena de Pan y Vino, a favor del Seminario Mayor  San José de Panamá, este año de 1999, 56° aniversario de mi ordenación Sacerdotal.

 La historia de toda vocación cristiana; pero muy especialmente a la Vida Consagrada, es un diálogo entre Dios, que llama, y el hombre, que en su libertad responde. Estos aspectos los vemos reflejados en San Marcos, 3, 13, cuando el Señor al formar el Colegio Apostólico dice: “y llamando a los que quiso, vinieron a Él”. Encontramos la misma idea en la carta de Pablo a los Efesios, 1, 4-5., cuando afirma que: “toda vocación cristiana se fundamenta en la Elección en Cristo, hecha conforme al beneplácito del Padre, desde toda la eternidad.”

 Por eso no dudamos en afirmar que en relación a la Vocación Sacerdotal no puede haber ninguna presión humana, ni nadie puede reclamar derechos.

 La llamada de Dios al Sacerdocio se manifiesta de diversas maneras, en mi aso concreto debo confesar que ya desde muy niño sentí una gran inclinación a todo lo sagrado; la Misa, la predicación de la Palabra y un claro deseo de vivir la vida misionera.

 Dios quiso que naciera en Zeánuri, un pueblo sencillo, que no llegaba a  2.000 habitantes, en la Provincia de Bizkaia del País asco Español. Tenía fama de ser un verdadero semillero de vocaciones Sacerdotales y Religiosas. Por un folleto recordatorio de la Ordenación sacerdotal de 6 seminaristas del pueblo en la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús del año 1935, puedo confirmar que en dicha fecha Zeánuri contaba con 268 entre Sacerdotes Diocesanos , Religiosos y Religiosas.

 Los que ingresamos en los Seminarios en la década de los 30 en España, no podíamos sospechar lo que nos esperaba. Negros nubarrones de persecución religiosa asomaban en el horizonte nacional y ríos de sangre inundarían muy pronto todo el territorio español. En muchas regiones, donde dominaban los partidos izquierdistas, el ser obispo, sacerdote, seminarista o católico prácticamente era causa suficiente para ser fusilado. Estadísticas confirmadas arrojan la espeluznante cifra de 7.238 (entre Obispos, Sacerdotes, Religiosos y Seminaristas eliminados). De los católicos practicantes, no se ha podido establecer su número, pero fueron muchísimos.

 En este momento no puedo menos de hacer mención del heroico Seminario Claretiano de Barbastro: Todo un Seminario, 51 Claretianos: (Superiores, Formadores, Hermanos Coadjutores y Estudiantes), supo afrontar con generosidad y valentía su ofrenda martirial, dando a todos un testimonio heroico de fe y perseverancia cristiana y religiosa. A unos kilómetros de distancia y el mismo día (15, Agosto, 36), mientras nuestros hermanos eran abatidos por balas asesinas en Barbastro, nosotros, ignorantes de cuanto ocurría, emitíamos nuestros primeros votos religiosos.

“Nos conmueve, el hecho de que hayan sido llamados a dar testimonio de Cristo, no aisladamente, sino de modo comunitario, constituyendo así, en cierto sentido Un Seminario Mártir”. (Homilía del Papa en la Beatificación). En otro momento, El Santo Padre, Juan Pablo II, exhortaba a los Seminaristas y Seminarios de la Iglesia a tomar a estos Beatos Mártires como patronos y ejemplo digno de imitación.

 Sin embargo a mi humilde entender, el golpe más duro para los Seminarios y las Vocaciones Consagradas fue la obligatoriedad del Servicio Militar. Los seminarios quedaron casi vacíos. Personalmente pude librarme porque éramos tres hermanos, los Tres religiosos, y en tales casos uno podía quedar libre; mis hermanos quisieron que fuera yo el que se acogiera a dicho privilegio. Eso sí, nadie me pudo librar de los tres meses de instrucción militar, tiempo más que suficiente para darme cuenta, que la vida de los cuarteles no era la apropiada para quien aspiraba al sacerdocio. Sería muy interesante que se hiciera un estudio sobre los Seminaristas que fueron al ejercito; los que murieron en los frentes de batalla; los que volvieron al Seminario; los que abandonaron su vocación por diversas causas. Lo  que sí sabemos es que estos últimos fueron bastantes en número.

 Por fin el mes de septiembre de 1943, cuando la guerra Europea era más apocalíptica y encarnizada en los diversos frentes de batalla, amaneció para nosotros el día venturoso de nuestra Ordenación Sacerdotal. Pasamos, ciertamente por mil peripecias y aventuras; pero eso sí, llegamos a coronar nuestra carreta muy conscientes de que el Sacerdote debe ser el hombre llamado por Dios a configurarse con Cristo, a seguir sus pasos, que debe estar muy empapado en su mensaje, que en el cumplimiento de su misión debe tratar de ser fiel a Cristo, fiel a la Iglesia y servidor incansable de sus hermanos en todo lo referente a su salvación.

 Los dos primeros años de mi sacerdocio los dediqué a la formación de jóvenes y cuando ya había recibido un preaviso de mi Superior mayor de que fuera preparándome para, a mediado del años 1946, encargarme de la dirección de un Seminario Menor Claretiano del Norte de España, me llegó una carta del general de la Congregación en la que me pedía, que a la brevedad posible sacara mi pasaporte, arreglara los demás documentos y luego de despedirme de la familia me presentara en Bilbao, donde ya se estaba reuniendo una expedición misionera con destino a Cuba.  El 5 de Febrero salimos de Bilbao en el barco Magallanes y el 13 de Marzo llegamos a Panamá donde nos esperaba Mons. José M. Preciado, Vicario Apostólico del Darién, con quien nos trasladamos a Colón, final de nuestro viaje.

 Éramos tres los que llegamos a Panamá. Sabíamos que veníamos a ocupar puestos difíciles y así fue: uno fue destinado a San Blas (Kuna Yala), otro al Darién, y el más joven –el que les habla- a la zona más peligrosa entonces, la Costa Debajo de Colón.

 

Como era natural, por falta de experiencia, etc., pronto la malaria se apoderó de mi organismo. Al segundo año de mi trabajo en Costa Abajo, afectado por la malaria negra, estuve a punto de morir, me salvé de puro milagro. Para recuperarme me trasladaron a Panamá a la Parroquia de Cristo Rey, y desde entonces mi vida estaría dedicada al servicio parroquial (1949-1974) 25 años dedicamos completos a la Pastoral parroquial: Cristo Rey, Catedral de Colón, Santuario Nacional, Parroquia Corazón de María de San Salvador, El Salvador. Llegaron destinos más cortos en San Blas, Aguadulce y Heredia de Costa Rica, como formador de nuestros estudiantes teólogos.

 Habiendo sido elegido en 1974 Superior Mayor Claretiano de Centro América, ocupaba ese difícil cargo, cuando recibí una llamada de la Nunciatura Apostólica de Panamá: Mons. Eduardo Robida quería hablar urgentemente conmigo.

 El 14 de diciembre de 1976 llegué a la Nunciatura. Me atendió personalmente Monseñor Robida, me invitó a que me sentara y me dijo sencilla y llanamente: Acabamos de recibir un comunicado de Roma que dice:   “El Santo Padre, Pablo VI, ha nombrado como Obispo Auxiliar de Mons. Jesús Serrano, cmf. Vicario Apostólico del Darién a Mons. Marcos Zuluaga Arteche, religioso Claretiano, comuníquese...”

 La noticia fue impactante para mí. Nada sabía, ni siquiera sospechaba. Tuve que guardar absoluto silencio hasta que se aclararan algunas dificultades jurídicas que provenían de la nuestra Constitución Panameña. Cumplidos todos los requisitos exigidos por el Derecho Canónico, el 25 de Marzo de 1977 fui consagrado Obispo por el Excelentísimo Mons. Eduardo Robida, Nuncio de su Santidad Pablo VI en Panamá, con la participación de todo el Episcopado panameño e inmensa concurrencia de fieles católicos.

 Sabía muy bien que ser Obispo no era un honor, era un servicio. El Obispo para mí era aquel cristiano que ha sido designado por el Papa -Obispo de Roma- para cuidar de una parcela de la Iglesia y unido a Cristo, Siervo, Sacerdote, Pastor, Guía y Maestro, trata de cumplir con el ministerio que se le ha encomendado, de procurar la salvación de los hermanos.

 Obispo Auxiliar es aquel que es enviado por el Papa a otro Obispo quien por causas reconocidas necesita de la ayuda para el desempeño fiel de su Ministerio Episcopal. En mi caso fui enviado en ayuda de Mons. Jesús Serrano, cmf., ya bastante mayor y enfermizo, para compartir con él el gobierno del Vicariato Apostólico de Darién, que comprendía: las provincias de Colón y Darién y la Comarca de San Blas (Kuna Yala). Ambos nos conocíamos bien, ya que habíamos compartido muchos años nuestra vida sacerdotal y religiosa.

 Al principio todo fue “felicitaciones”, planes y proyectos: ayudar a los Misioneros, cuidar de los marginados, sobre todo interesarnos del bienestar de los pueblos indígenas. Tratamos de incrementar todo lo posible el movimiento popular de los Delegados de la Palabra, que surgía floreciente en el Vicariato... Pero un accidente de carro en la carretera al Darién, sin inaugurar todavía, tronchó todas mis aspiraciones y proyectos. Mi salud quedó tan afectada que, luego de varias operaciones y sin esperanza de recuperación, debidamente consultado y asesorado en todo por nuestro gran Jurista, Claretiano Panameño, P. Ignacio Ting Pong Lee, me sentí en la obligación de presentar mi renuncia al Papa, Juan Pablo II y el 13 de noviembre de 1981 recibí la contestación de que el Santo Padre, vistas las causas aducidas, aceptaba mi renuncia.

 Desde entonces mi vida ha sido de retiro y sacrificio: Impedido para actividades pastorales fui acogido por mis hermanos Claretianos, primer en la Comunidad de la Parroquia de Cristo Rey y luego en el Santuario Nacional del Corazón de María, donde he tratado de ayudarle en su intensa labor parroquial. Mi ocupación principal ha sido y sigue siendo la de ofrecer, en una aceptación resignada, mis oraciones y sufrimientos por el bien de la Iglesia de Panamá, muy especialmente por las Misiones y por las vocaciones sacerdotales y religiosas.

 

Agradecimiento.

Para terminar quiero agradecer a nuestro buen Padre Dios la vocación recibida, lo mismo que a la Iglesia el haberme llamado al Servicio Sacerdotal y Episcopal.

Agradezco públicamente a mi familia y a la Congregación Claretiana por haberme formado para el Ministerio Sacerdotal y haberme ayudado y acompañado en el cumplimiento de mi vocación, en los momentos de prueba y dolor, de alegría y felicidad.

Y agradezco también a la iglesia panameña, representada por Ud. Excmo. Monseñor Arzobispo, sacerdotes, religiosos y religiosas, seminaristas, laicos comprometidos y todos ustedes, hermanos aquí presentes, el haberme permitido servirles durante más de 50 años como sacerdote y Obispo.   Muchas gracias.

 

El mismo día de su muerte dimos la noticia a los hermanos de Provincia y Congregación con estas líneas del Superior del Santuario, P. Lamberto Picado:

En el amanecer de este día, primero de Octubre, a las dos y quince de la mañana, nos dejaba, calladamente, como había vivido, Monseñor Marcos Zuluaga Arteche, claretiano, obispo titular de Izirzada, ex auxiliar del difunto Monseñor Serrano, quien fuera Obispo de Colón y Darién.

Tenia Mons. Zuluaga, 83 años de edad, 25 de Obispo, 59 de sacerdote y 66 de profesión religiosa. Toda una vida de servicio al Señor.

Llegó a Panamá, en 1946, y desde entonces, la casi totalidad de los 56 años, han sido vividos en esta República que amó, como su verdadera patria.

Como religioso, fue repetidas veces superior de las comunidades Claretianas, provincial de Centroamérica, pero sobre todo fue un verdadero misionero al estilo de Claret, por las difíciles e insalubres tierras de Darién y Costa Abajo en la provincia de Colón.

 Ya como obispo, de cuyo ministerio pastoral hubo de renunciar por causa de un desdichado accidente de carro, ha ejercido diversos cargos, como representante de los religiosos en la Conferencia Episcopal, y Director de las Obras Misionales Pontificias, que animó con verdadero entusiasmo y competencia.

 Desde su retiro episcopal, ha permanecido todos estos últimos años en esta parroquia del Santuario Nacional como un laborioso, humilde, y ejemplar sacerdote, sobre todo en el ejercicio del confesionario, hasta que la enfermedad violenta le ha arrancado de entre nosotros.

 No pretendo hacer en estas primeras horas de su muerte ningún elogio fúnebre. Tal vez sobra. Los que le conocimos sabemos de la calidad humana y espiritual de Monseñor Zuluaga. Quisiera recalcar y hacerlo con mayúsculas, su sencillez de corazón y su austeridad de vida. Nunca hizo alarde de su dignidad de obispo; no pidió nunca privilegios a su categoría; obediente como un novicio; pobre como un mendigo; recogido como un ermitaño; religioso cumplidor de la vida comunitaria sin dispensarse de ningún acto.

 Esta humildad le hizo ser testimonio vivo, silencioso, callado hasta en su propio sufrimiento: no podemos ignorar su dolor espiritual al ver truncado su episcopado a los pocos años de su consagración; dolor moral, ¡nunca expresó la más mínima queja! , al verse sin autoridad y sin mando, como el ultimo miembro del convento; dolor físico, en las muchas horas de hospital, en las distintas operaciones y enfermedades con las que el Señor le ha clavado en la cruz, y que él ha sobrellevado con una aceptación digna del mejor discipulado de Cristo. A pesar de todo, siempre quiso ser útil: ofreciéndose a confesar, confirmar, dar misa, ¡esas misas de 8,30 de la mañana tan fervorosas y llenas de enseñanzas .... ! Quién las va a olvidar...? Y sus horas de confesionario, siempre puntual y fiel, ¡cuántos las van a echar en falta ... !

 

Hombre estudioso. En los diez años que he vivido con el; solo le he visto rezar y leer. Estaba al tanto de todo acontecer eclesial. Amaba entrañablemente a la Iglesia. Vivía los acontecimientos de la misma con una alegría conmovedora. Preparaba sus homilías, con tiempo y con estudio. Me daba sugerencias positivas y prácticas para la mejor marcha de la parroquia. Pero sin imponer nada; con el respeto y el tacto de quien conoce muy bien los laberintos del alma.

 

Pero por encima de todo, hombre espiritual. De la antigua escuela. Viviendo de los principios eternos de la ascética y mística clásica. Templado con el fuego amoroso e inconmovible del evangelio. Experimentado en los asuntos del espíritu; buen guía para dirigir a las almas, porque antes él, ha pasado por los caminos de la contemplación y de la oración personal. Sólo así se puede entender la paz que ha reflejado siempre en su vida, y sobre todo, la serenidad y aceptación con que ha asumido su enfermedad y su muerte. Descanse en paz, Monseñor Zuluaga.

 

El la Misa de “Cuerpo presente” se dijeron algunas cosas más de él. Mons. Dimas Cedeño, Arzobispo de Panamá, presidió la Eucaristía y Mons. Ariz compartió con todos, en la homilía, sus experiencias:

 

Queridos hermanos, familiares de nuestro querido Monseñor Marcos:  P. Dionisio, que nos ha leído el evangelio, hermana Mari Carmen, Misionera Claretiana, hermana Lucía también aquí presente. Es un honor para mí, dirigirles unas palabras en torno a esta querida persona de  Mons. Zuluaga. Tuve la suerte de estar con él unas horas antes de su muerte. Estábamos en Colón, una semana un tanto agitada, cuando, de repente, el domingo tuvimos que venir y aquí nos presentamos para visitar a Monseñor Zuluaga; justito llegamos: por la tarde pudimos venir y en  la madrugada nos avisaban que Monseñor nos había dejado, se había ido. La misa, que horas más tarde me tocó celebrar en la Catedral, la hicimos por su eterno descanso. Leí el evangelio de San Lucas, Capítulo 9, y me impresionó; ...no sé por qué: “Cuando se aproximaba el tiempo, dice San Lucas, de ser llevado al cielo, Jesús determinó subir a Jerusalén.”  De ser llevado al cielo, no de resucitar... Me impresionó...; a un Jesús, que había comenzado la predicación en Galilea con milagros, con curaciones, que había tenido también sus primeros enfrentamientos, le llega el momento en que tiene que subir a Jerusalén... Había hablado, había curado,  había hecho maravillas, pero él tenía que dar testimonio de su entrega al Padre; contra la opinión de sus discípulos, con ciertos temores, que después manifiesta en el huerto de los Olivos: “Padre, pase de mí este cáliz,... pero que no se haga mi voluntad sino la tuya”, Jesús sube a Jerusalén para morir, para ser crucificado, para  resucitar y redimir a la humanidad...

 

Cuántas veces nosotros, mis queridos hermanos y hermanas, obispos, sacerdotes, laicos, cuando nos toca la edad crítica de nuestra jubilación, lo hacemos con pena, con dolor, con alguna lagrimilla también: “ya no valgo, ya tengo que dejar este proyecto, este trabajo...” y no  nos damos cuentas, mis queridos hermanos, que es el tiempo de iniciar nuestra subida a Jerusalén para dar testimonio de nuestra vida, para que, lo que hemos orado y hemos dicho y nos hemos esforzado, lo vivamos con nuestra entrega: “Señor en tus manos pongo mi espíritu”. Es el momento de subir, todos y cada uno, a Jerusalén apoyados en la misericordia del Padre que va coloreando nuestras vidas para ser llevados, como Jesús, al cielo.

 

Durante cuarenta y ocho (48) años tuve la oportunidad de ir conociendo a Mon. Zuluaga, lo conocí como Párroco en Cristo Rey, después  pasó a la Catedral de Colón, luego al Santuario. Fue nombrado Superior Provincial y al final  Obispo, Auxiliar de Mons. Serrano.  Tengo que agradecer la  amistad de M. Zuluaga,  un hombre tranquilo , sosegado, sin apuros, un hombre de paz.  Nunca lo vi estresado, nunca le sentí una palabra desordenada, ni un gesto de irritación...  con aquella pausa, con aquella mansedumbre, con aquella, a veces, lentitud...  sonreía, decía, hablaba, aconsejaba... y eso siempre me enamoró de Mons. Zuluaga, que nos daba paso para crear confianza y llegar hasta su mente y su corazón. Fue nombrado Obispo auxiliar de Mon. Serrano y Monseñor lo nombró Vicario Episcopal específico para Darién. En una de esas correrías por Darién tuvo un accidente con el jeep, se cayó, se rompió la columna y esa fue la cruz que tuvo que soportar hasta su muerte.

 

Cuando vino el nombramiento del nuevo Obispo, parece que hubo fallo en los papeles y nada se dijo de Mons. Zuluaga. Se tuvo que recurrir  a la Santa Sede y a él se le dio la oportunidad de quedarse como auxiliar del Obispo de Colón o retirarse. Se lo pensó, se lo supliqué, y..., con una sonrisa bondadosa y un poco maliciosa..., dijo: “mejor me retiro”. Porque quería dejar libre al nuevo Obispo con su pastoral, con sus desafíos, y no quería intervenir... 

 

Y vino precisamente, mis queridos hermanos y hermanas, a iniciar  su subida a Jerusalén. Retorna a la Congregación y se va a quedar en el Santuario Nacional del Corazón de María cono un simple religioso: sin poder, sin autoridad, sin nada: Obispo, religioso Hijo del Corazón de María,  Misionero claretiano..., y con esa sencillez y esa paz interna, les va atendiendo a ustedes, con esa Misa de cada día, fervorosa, sencilla,  puntual; con la atención al confesionario; con su libro de rezo a cada hora; su sentido de acogida... Para cualquier súplica, necesidad, consulta, ahí estaba Mons. Zuluaga, tranquilo, como un hombre de paz, con su testimonio personal...,  porque estaba seguro del camino que había emprendido.

 

Y ahí quedó, en el Santuario, hasta que le llegó la hora, fijada por el Señor, de entregar su vida. Pude,  cuando se internó en la Clínica, observar la última sonrisa de él. Le agradó de que fuéramos a visitarle. Y después Mons. Zuluaga descansó en el Señor. Una vida sencilla, una vida fiel, una vida, mis queridos hermanos, que tiene su cenit..., pero que acaba en el camino de Jerusalén.  Jesús tuvo sus momentos de felicidad, con María Magdalena,  con Marta, con Zaqueo, con el hijo pródigo, con la oveja perdida, esas parábolas  tan hermosas, pero también enfrentamientos con los  fariseos, y eso lo llevó a Jesús hasta su inmolación.

 

Qué tal, mis queridos hermanos, que pensemos de vez en cuando en esa subida a Jerusalén, que a todos  nos toca. Que en lugar de añorarnos y resentirnos, demos gracias al Señor y, dejando la predicación, (los sacerdotes han dejado tantas cosas en este mundo, que no van  a garantizar ninguna de ellas nuestra eterna salvación...), iniciemos esta subida a Jerusalén, también nosotros, como testimonio de nuestro apostolado, testimonio de nuestra oración, testimonio de nuestra vida espiritual, testimonio de tanta tolerancia en  toda nuestra entrega generosa al Señor, sabiendo que en Jerusalén no está nuestra muerte, está el camino hasta la vida eterna, “porque destruida ésta nuestra morada terrenal, que es nuestro cuerpo, se nos depara una mansión eterna en el reino de los cielos.”   Qué bien..., que cuando nos toque la hora de retirarnos, no nos retiremos, tratemos de resolver la segunda parte de nuestra vida, que es la definitiva, y entregarnos con alma, vida  y corazón, sin pretensiones de ninguna clase,  a la voluntad del Señor.

 

 Marcos  Zuluaga murió como un sencillo religioso, Hijo del Corazón de María, y a ella le  dedicó lo poquito que le quedó de vida y de humor y de salud, siempre al servicio de los auténticos valores de la vida, que son, hermanos y hermanas, los valores espirituales, los que realmente van a condicionar nuestra salvación y van a  garantizar nuestra vida eterna. Hoy estamos reunidos todos aquí,  con el corazón lleno de agradecimiento por el testimonio de nuestro querido hermano, Mons. Marcos Zuluaga. Hoy, querido hermano, estás ya gozando de la presencia del Señor. Te agradecemos tu vida, tu testimonio... Cuántas veces yo venía al Santuario, desde Colón, y tenía obligatoriamente que hacer mi visita a Mons. Zuluaga, que me esperaba con alegría, con ilusión...; que me preguntaba, y yo encontraba siempre en él un motivo de entusiasmo, un motivo de ánimo, un motivo de respaldo a todas las cosas que íbamos haciendo en Colón, Kuna Yala y Darién.  Hasta ahí llegada también esa serenidad, ese hombre bueno, ese hombre lleno de paz , lleno de amor. Hoy, mi querido hermano, ruega al Señor por todos nosotros; que sepamos  asumir  la vida; que sepamos enfrentar esa subida a Jerusalén aunque nos duela, también le dolió a Jesús. Pero que a fin de cuentas es esa subida la que va a garantizar nuestra resurrección a la vida eterna. Gracias hermano, y, ante la presencia del Señor, ruega por todos nosotros, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amen.

 

Terminada la Eucaristía, y antes del responso final, se leyeron algunas cartas...

El P. General, Aquilino Bocos, se unía a nosotros:

He recibido la noticia del fallecimiento del buen Mons. Marcos Zuluaga, nuestro buen hermano el P. Zuluaga. Por una parte nos entristece a todos verle partir, porque era la memoria de una vida misionera intensa hecha en Centroamérica y, más concretamente en Panamá. Por otra, no podemos menos de dar gracias por el don que ha tenido la Congregación en su persona y en su servicio como misionero, superior, Obispo. Siempre fiel Hijo del Corazón de María! Rezamos por su eterno descanso y pedimos al Padre que acepte a este hijo suyo formado en la ternura y misericordia de su Madre. Que la Provincia no llore, sino que crezca en fe y esperanza en la resurrección. Hoy, a la vez, que he recibido la noticia de la muerte de Monseñor, me ha llegado la carta de disponibilidad de dos jóvenes que van a hacer la profesión perpetua. La Comunidad es así de viva y variante. Ahora lloramos la muerte de este querido hermano, gran misionero, lleno de virtudes, y esperamos que lo que él dejó de virtud, de bondad, de serenidad, de aliento, lo sepan recibir los jóvenes.

María, quien siempre le tuvo a Mons. Marcos en su Corazón, le presente al Padre para que le de el premio de la luz que no se extingue y de la paz eterna.

Para su hermano Dionisio y su familia, mi condolencia más profunda. Para la Provincia, igualmente. Con todos oramos al Padre para que vivamos la comunión de los santos.

Un abrazo fraterno.

Aquilino Bocos, cmf.

 

Al día siguiente el P. Dionisio celebró la Misa de 8, 30 am., la que solía celebrar Monseñor todos los días, y al final se depositaron las cenizas en el sarcófago que contiene las de los Claretianos muertos en Panamá.

 

Antecedentes:

Text Box:  En marzo pasado le sometieron a una operación de emergencia: la vesícula estaba a punto de reventar y no había tiempo para estudios previos. La recuperación fue lenta... Recién salido del hospital, celebró sus 25 años de Episcopado, aunque la Eucaristía fue presidida por Mons. Rómulo Emiliani. En septiembre sintió mareos y pérdida de memoria... Volvió al hospital y los análisis confirmaron cáncer en el hígado. El doctor que operó en Marzo pudo afirmar, al ver los resultados de la biopsia: “yo mismo observé cuidadosamente su hígado en marzo y no presentaba nada anormal”.  Su estadía en el hospital no fue larga; no hacía falta poner ningún remedio, porque todos serían inútiles. Lo trajeron a la casa el 23 de Septiembre, con estas palabras de los doctores: “cuenta con unos días, no meses, ni semanas, días de vida”. El P. Dionisio ya había llegado de España para quedarse unos años en Centroamérica; él mismo llamó a sus familiares; llegaron sus hermanas Luisa y Maricarmen.  El viernes, 27 de Septiembre, Monseñor recibió, con solemnidad, la Unción de los Enfermos y el Viático. Salimos en procesión desde la capilla de la Comunidad del Santuario: Cruz alzada, Biblia, Reliquia de los Mártires de Barbastro, Santos Oleos, los Claretianos de las dos Comunidades de Panamá y el Sr. Arzobispo con el Santísimo Sacramento. 

 

Cantamos, por el pasillo de la casa, “Somos un pueblo que camina...”, que terminamos en la habitación del enfermo. Se hizo una Celebración de la Palabra, luego de las preces Mons. Dimas ungió al enfermo, se rezó el Padre nuestro, nos dimos la paz, y el Padre Provincial le administró el “Viático”. Cantamos un himno de despedida y pasamos “todos” a la biblioteca de la casa, a compartir unos refrescos... Allí estaba también, en su sillón,  el propio Monseñor. La felicidad y la paz brotaban de su rostro. Posó para sus últimas fotos de esta vida.  Al día siguiente, sábado, ya no se levantó y reaccionaba muy poco cuando se le hablaba... El lunes llegó el doctor a la habitación y dijo que el fin estaba llegando. Esa misma noche, apenas comenzado el mes de Octubre, a las 2, 15, moría Mons. Marcos Zuluaga.

 

Que el Señor le conceda la vida en plenitud!

 


 

DIÁCONO FREDDY ARROYO TRAMPE

La Masica, Honduras

Text Box:

De los dieciocho que estábamos en el Encuentro Taller  de Superiores locales, diez nos apuntamos para ir a La Masica a la Ordenación de Fredy. Saldríamos a las 6 y media de la mañana, para llegar a tiempo. Návalo, chofer del busito, había tenido una noche de pesadillas y no pudo levantarse tan temprano...  Llegamos a la Sacristía de La Masica cuando Mons. Rómulo se estaba poniendo la mitra para iniciar la procesión de entrada..

 

En el ambón, el P. Hugo contaba la vida de Freddy:

Nació el día 17 de Septiembre de 1971, en San Miguel Pochuta, Chimaltenango, Guatemala.

Después de haber recorrido escuelas, colegios y universidades, después de haber conseguido un buen trabajo para solucionar lo material de la vida, volvió otra vez a las clases para estudiar filosofía y teología, hasta diciembre del año 2001. Terminada la Teología fue enviado a La Masica a “servirles” a todos y a todas ustedes... Hoy, con emociones mil, quiere ser Ordenado: “Servidor”.

El coro, dirigido por el P. Samuel, nos animaba a caminar con paso decidido, como Claret, a anunciar el Reino. Se hizo lenta la procesión, porque la gente taponaba todos los espacios de la iglesia. Ya estaba plena y nos quisimos meter dos acólitas, cuatro acólitos, veinticinco sacerdotes (llegados de toda Centroamérica), dos diáconos, el Ordenante y Monseñor Rómulo Emiliani, que cerraba la Procesión. Rebuscamos nuestra silla al lado del altar... y Monseñor quiso purificar el altar con el fuego de un incensario: en lugar del humo, del incienso subían las llamas del querosene, puesto para encender los carbones...

Saludo largo de Monseñor... dando la bienvenida a todos. En primera fila la mamá de Freddy, dos hijas, un yerno, nietos y nietas, más dos amigas de la familia, todos llegados de Guatemala. La mamá nos leyó la primera lectura... “Desde el seno materno yo te llamé...” No puedo decir que se acordaba de los primeros meses de Freddy, pero se emocionaba al contarnos la vocación del Profeta...; un joven de la comunidad de La Masica leyó la segunda lectura...; el diácono Angel proclamó el evangelio...

Después de la presentación del Ordenante, Monseñor hizo la homilía. Comenzó dando la experiencia de cómo nació su vocación claretiana allá por los 60 en Colón, con la ayuda del P. Eloy Suárez. Hizo recuerdo de varios Claretianos ilustres que le ayudaron en los años de formación... e invitó a Freddy, y a todos nosotros, a ser fieles a la vocación y a llenarla plenamente de entrega y generosidad, sin reservarnos nada para nosotros mismos...

 Invocamos a todos los Santos del cielo, rompiendo el orden acostumbrado, como queriéndolos tener en suspenso esperanzo ser llamados. Algunas personas se arrodillaron. ¡Si no había lugar para estar de pie, imagínense si nos hubiéramos puesto todos de rodillas para cantar las letanías...!

 

Text Box:  Imposición de manos solemne, prolongada... Oración proclamada sin prisas, con énfasis especial en el momento oportuno...  Los camarógrafos, tres filmadoras y un sin fin de máquinas fotográficas, preocupados por sacar la mejor “pose”, se metían por los rincones del presbiterio para tomar distancia adecuada...  Freddy, de rodillas y con las manos esposadas a la espalda, acogía la fuerza del Espíritu para poder ser “servidor” de los hermanos en La Masica, en Centroamérica, en América Latina, en el mundo entero. 

 La estola, guatemalteca, se la impuso la mamá en nombre de todos los presentes, que aplaudimos el gesto largamente: todo el tiempo que necesitó para colocar la estola sobre el hombro izquierdo del hijo; no crean que eso se hace en unos segundos, la mamá se tardó un tanto más de tiempo porque no atinaba cómo se ponía aquello... Era la primera vez que lo hacía en su vida... y lo hacía con su hijo Freddy...  Luego un largo abrazo de madre e hijo como para sellar el triunfo del Señor, que había logrado hacer de Freddy un “servidor” ... y como petición de que el hijo fuera fiel en la entrega...

 En el Ofertorio se presentó:

-         un pañuelo, secador de lágrimas; ¡hay tantos que lloran por no tener comida, vestido, trabajo, tierra donde trabajar...! “Servir” de pañuelo, para un pueblo martirizado, es un buen quehacer, Freddy.

-         Un machete, instrumento imprescindible en las manos del trabajador centroamericano... Sin él no hay posibilidad de vida humana... La lucha por la tierra y por el trabajo digno es primordial en la ayuda a nuestro pueblo.

-         Una vela, símbolo de lo que va a ser tu vida, Freddy, iluminar perdiendo la vida... Si no “sirves” para “servir”, no “sirves” para nada...

-         Una canasta de frutos, signo de lo que anhelamos todos: hacer realidad nuestros deseos, nuestras esperanzas; siembra, Freddy, aunque otros recojan los frutos; tú recoges lo que otros han sembrado...

-         Pan y vino, Cuerpo y Sangre de Cristo que se entregó totalmente. Tu cuerpo y tu sangre, Freddy, que vas a entregar por los hermanos y hermanas...

 Desde este momento, puesto a la derecha del Obispo, sirvió la Mesa como signo de sus anhelos de servir a todos y todas.

 Después de la Bendición episcopal, dirigió unas palabras a los presentes. Agradeció a Mario Artavia por haberlo cautivado con su alegría, al P. Luis Azofra por haberle enseñado lo que es orar, al P. Viejo por haberle adiestrado en el trabajo en equipo... Se ofreció, emocionado,  a trabajar por el Reino sin importarle el lugar.

 Que el Señor te conceda la perseverancia en tus ansias de “servidor”!


 

Archicofradía del Corazón de María

Santuario Nacional

Panamá, Rep. De Panamá

 

EL ROSARIO DE LA AURORA

En el Santuario Nacional del Corazón de María

1 de octubre

1952-2002

 

Este programa, el más antiguo en la historia de la radiodifusión en Panamá, ha sido transmitido desde el Santuario Nacional todos los días a las seis de la mañana por cincuenta años seguidos.

 El Rosario de la Aurora fue iniciado por el siempre recordado Rev. Padre Manuel Prada, Misionero Claretiano, Hijo del Corazón Inmaculado de María. Este programa salió al aire por primera vez el 1 de octubre de 1952.

 

Del Libro II de Crónicas del Santuario Nacional leemos:

 Octubre 1956: Se nos asegura que el Rosario transmitido por Radio Hogar se oye en todos los extremos de la República y es rezado con devoción por muchos campesinos y montañeros.

 Octubre 1957: El Rosario de la Aurora radiado desde el Santuario Nacional del Corazón de María es escuchado y rezado por muchos miles de familias de la capital y del interior a las seis de la mañana. Este es el quinto aniversario del programa más escuchado en todo el territorio nacional.

 Folleto Informativo (1952-1961): Rosario de la Aurora, radiado por Radio Miramar a las 6.00 am todos los días.

13 Agosto 1964: Rosario de la Aurora y Novena al Corazón de María por Radio Miramar.

 13 Agosto 1969: Novena al Corazón de maría,. Rosario de la Aurora con Charla mariana por Radio Miramar.

 El Rosario de la Aurora también se ha transmitido por otras emisoras locales entre ellas Súper Radio y Canal 13, KW Continente, Radio Sonora, RM Stereo y, desde 1982, nuevamente por Radio Hogar y también por cortesía de Radio Mía todos los domingos en cadena nacional.

 Empezó como un programa de radio exclusivamente. El Sacerdote dirigía el Rosario sentado en una silla en el presbiterio de la Iglesia y los devotos participaban desde sus casas escuchando y respondiendo privadamente. Eran pocos los que asistían personalmente.

 Con el tiempo, a raíz del Concilio Vaticano II, el P. Prada actualizó el programa dando participación a laicos en el mismo. Tras la prolongada enfermedad y eventual deceso del padre Prada, la Archicofradía del Corazón de maría se encargó del programa que ahora es dirigido comple-tamente por archicofrades laicos comprometidos.

Desde 1980 se empezaron a hacer breves y diferente meditaciones de los Misterios para cada día del año. Con el tiempo se fueron recopilando y editando estas meditaciones según los Tiempos Litúrgicos añadiendo unas especiales para las solemnidades y Fiestas. En 1998 estas fueron impresas en cuatro folletos para los que rezan el Rosario todos los días. La primera edición , de mil ejemplares, está completamente agotada.

 El 1 de agosto de 1985 se empezó a radiar la santa misa después del Rosario por Radio Hogar y los domingos por Radio Mío. Desde entonces ofrecemos juntos el Rosario de la Aurora y la Santa Misa con homilía y cantos diariamente en honor del Corazón Inmaculado de María como ella lo pide: por la conversión de los pecadores y por la paz del mundo; por las intenciones particulares de los radioyentes y por las necesidades de nuestra Patria, de nuestra iglesia y  nuestras familias. Al final del Rosario hacemos una breve Consagración al Corazón Inmaculado de María. Las personas que desean una intención en particular se inscriben en la Oficina Parroquial del Santuario. Suelen celebrarse de esta manera Novenarios de Rosarios y de Misas por difuntos y otras intenciones. Con el estipendio de las intenciones se paga a Radio Hogar la transmisión del programa,.

 Este programa es hoy un poderoso medio de evangelización y es una fuente de consuelo para un gran sector del país, especialmente para los ancianos, enfermos y otros impedidos que no pueden asistir personalmente a ningún acto religioso. Por medio de este programa se unen en oración y ofrecen sus sufrimientos al Corazón de Jesús, por medio del Corazón de María, todos los días.

 Han predicado la Palabra con elocuencia y el espíritu de San Antonio María Claret muchos de sus hijos claretianos entre los cuales recordamos al incansable OP. Manuel Prada, al P. Benito Aguirre, P. Nazario Alonso, P. José Sentre, P. José María González, Monseñor Jesús Serrano, P. Xavier Villanueva, P. Vicente Gil y ahora el P. Gabino Pérez.

 La asistencia y participación personal en el Rosario de la Aurora y la Santa Misa ha aumentado admirablemente con los años y lo que empezó con un pequeño grupo ahora es un grupo grande de personas de ambos sexos y diversas profesiones que se dan cita en la aurora de cada día para participar en el rezo, en las lecturas , en el canto y en la dirección del programa con la Archicofradía en el Santuario Nacional. Estas personas con su perseverancia y talentos mantienen vivo y actualizado este programa. Sus nombres, igual que los de que durante los pasados cincuenta años han participado personalmente o desde sus casas, están escritos con la tinta indeleble del amor en los Corazón de Jesús y de María; sin lugar a dudas, algún día, como ellos, verán cuánta gracia nos derrama el Señor por medio de este programa.

 Además del grupo que asiste todos los días hay tres asociaciones que una vez la mes se encargan del programa: la Adoración Nocturna Panameña, el segundo domingo; la Asociación Luz y Vida, el primer miércoles; y el Grupo de Oración del Santuario el cuarto domingo.

 Damos gracias al Señor por la perseverancia de este programa que llega a toda la república y calladamente siembra la semilla de su Palabra en las almas con el Corazón de María, En la eternidad veremos de cuantos males hemos sido librados pro empezar el día rezando y cantando:

¡Sea María tu Corazón, de todo el mundo la Salvación.

María, tú eres mi Madre; María, tú eres mi amor, oh María, Madre mía, yo te doy mi corazón!

 La Archicofradía del Corazón de María ha promovido este programa y el rezo del Rosario intensa y efectivamente desde el año 1980 con más de un millón de hojitas explicativas a través del país por cientos de misioneros, catequistas y devotos de la Virgen. También desde 1995 con un hermoso Calendario ilustrado a colores con el “Modo de rezar el Rosario”. Con motivo del año Cincuentenario se hizo una edición especial con el Rosario en dorado. Se distribuyeron anualmente miles de estos calendarios a través del País y en el exterior.

 A solicitud de la Comisión de Valores del Ministerio de Educación, se inició la Semana de los Valores con el Rosario de la Aurora, el lunes 9 de septiembre de 2002.

 En acción de gracias, recordando las Bodas de Oro de El Rosario de la Aurora, se imprimieron nuevas hojitas ilustradas a colores con el Modo de Rezar el Rosario y la historia del programa. Estas hojitas, con un rosario blanco, fueron distribuidas a todas las personas que asistieron personalmente al programa en el Santuario Nacional el 1 de octubre de 2002. Pedimos al Señor abundantes bendiciones para todos los que promueven y participan en este programa, ya sea en el Templo ya en sus casas.

 

Panamá, 1 Octubre de 2002

  


NOTICIAS BREVES

 

P. Santiago Najarro:

Durante el mes de Septiembre ha estado preparando el Consejo Provincial de cara a la aprobación de algunos candidatos al Diaconado y de dos Estudiantes para su Profesión Perpetua. Así mismo se ha dedicado a poner a punto el Taller de Superiores locales que vamos a tener en San Pedro Sula del 12 al 17 de Octubre próximo.  Ha empezado también a organizar el trabajo de los preparativos del Capítulo General del próximo año. 

El día 5 de octubre voló a Guatemala y el 7 estaba en Honduras para iniciar el Encuentro Taller de los Superiores locales de la Provincia. Ya que estábamos todos los del Consejo Provincial en San Pedro Sula, tuvimos Consejo para tratar algunas cosas pendientes. Aprovechamos la biblioteca del Centro Social del Obispado, donde habíamos tenido el Encuentro. Terminada la semana, con la Ordenación diaconal de Freddy Arroyo, se quedó en San Pedro Sula por unos días y se trasladó a El Salvador. El 19 de Octubre tomó la Profesión Perpetua de Jean Iván Cortés y Enrique García en Armenia. Visitó Managua y Costa Rica, donde celebró la fiesta del Fundador. El 26 llegaba a Curia.

 

P. José Sentre:

Además del Conejo y de los trabajos de Secretaria y Administración, ha estado entretenido predicando unos Ejercicios Espirituales, de ocho días completos, a las Siervas de María.  Ha enviado a las distintas casas el formulario para los Presupuestos del año 2003. Algunas han confirmado su llegada, otras todavía no.

Se adelantó unos días con el fin de preparar las cosas materiales necesarias para el Encuentro Taller en San Pedro Sula, pero ya habían llegado los jóvenes José Joaquín González y  Manuel Sánchez para esos mismos menesteres.

Participó en la Ordenación de Freddy, de la que encontrarán algunos detalles en estas páginas y el 15 regresaba a Curia.

 

P. Rodolfo Morales:

Después de salir de la reunión del Consejo Provincial en Panamá, ha estado con los Novicios dirigiendo un Taller de oración. Bueno que ya desde el principio del Noviciado se pongan los fundamentos de nuestra vida orante... No es cuestión de rezar “mucho y bien” en el Noviciado, es necesidad de rezar mucho y bien “durante toda la vida”. Aprovecho el P. Daniel Monge, Maestro de Novicios, para hacer una escapada a Nicaragua mientras Rodolfo se quedaba en Centro Claret.

Terminada su tarea en San Pedro Sula, Rodolfo volvía a Managua para seguir la tarea formativa con sus Filósofos del bienio.

 

P. José Joaquín González:

Se ha movido mucho. Desde el Encuentro en Sonsonate con CICLA, ha tenido reuniones con los Encargados de la Pastoral Juvenil Vocacional de El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Costa Rica...  Es ya el momento de ir dando los últimos toques a los Aspirantes que han pedido la entrada en el Filosofado Claretiano.

Se llegó a Panamá para el Consejo Provincial y salió por ahí mismo a su trabajo de entrevistarse con los Aspirantes. Después de asistir al funeral de Mons. Zuluaga, volvió a Costa Rica camino de Honduras. Mientras llegaba la hora de empezar el Taller, sacó tiempo para irse a La Ceiba y hablar con algunos muchachos, que están discerniendo su vocación claretiana. Ahora está perdido, dando los últimos retoques a los que desean ingresar a principios de año en el Filosofado...

 

P. Manuel Sánchez:

Comenzó el mes en Honduras de donde pasó a Nicaragua y de aquí a Panamá para la reunión del Consejo Provincial durante los días 8-10 de Septiembre. De Panamá volvió a Guatemala para estar en la Ordenación Diaconal de Héctor Lagos en Livingston. Un mes movido, si tenemos en cuenta que era su mes de vacaciones en Costa Rica... ¡Que cómo se puede hacer todo eso? No se lo he preguntado a Manuel, pero sé que es capaz de todo eso y de mucho más... No hay como “organizar bien” el tiempo y hacer las cosas “a su punto”.

Con Chepe (P. José Rodríguez) salió a buscar las plumas y papeles para todos los Superiores,  incluido alguno que no está en la lista oficial; también pudo conseguir un proyector para hacer más atrayentes las charlas a los jóvenes Superiores.

 

ENCUENTRO TALLER DE LOS SUPERIORES LOCALES DE CENTROAMÉRICA

Se tuvo en San Pedro Sula, del 7 al 12 de Octubre, pero no tenemos lugar en este Número de Carta para poner todo lo que allí reflexionamos. Lo veremos el mes que viene.


 

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